Diego Garrocho: "Toda la historia de la filosofía no son sino cartas de amor a Sócrates"

El profesor de Filosofía, Diego Garrocho, destaca el vínculo entre la carta y la filosofía como forma íntima de pensamiento

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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Desde que el presidente ha retomado el género epistolar con su carta a la militancia, he pensado en lo especial que es esto de escribir cartas y en su vínculo, claro, con la filosofía. Hay algo íntimo, casi sagrado, en eso de leer o en escribir una carta. Y cuando los filósofos escriben cartas, no dictan sentencias: confiesan, dudan y se contradicen. De algún modo, la filosofía en epístola respira distinto. Platón, por ejemplo, ese Platón monumental que fundó la Academia y que tejió los diálogos más célebres de la antigüedad, también escribió al menos una carta: la Carta Séptima. Allí no habla por boca de Sócrates, sino en primera persona, con decepción y melancolía. Cuenta cómo intentó enderezar al tirano Dionisio de Siracusa y cómo la política devoró a la filosofía.

Y es que han sido varios los filósofos que han intentado aconsejar a algunos políticos, y casi todos han acabado regular. Y no olvidemos a Epicuro, que en vez de grandes sistemas enviaba cartas breves a sus discípulos. En la carta a Meneceo, por ejemplo, enseña a no temer a la muerte, porque cuando ella llega nosotros ya no estaremos. Y siglos después, Séneca escribió las célebres Epístolas a Lucilio, que no son un mensaje doctrinal severo, sino consejos de amigo. Eran simples cartas de un amigo que sabía que el poder y la virtud rara vez duermen en la misma cama, pero están llenas, además, de propuestas vitales que son útiles incluso en nuestros días.

Hay quien llegó a escribirse con princesas, como Descartes, quien se carteó con Isabel de Bohemia, y esta llegó a poner en apuros intelectuales al filósofo, no crean. Y en el siglo XIX está Nietzsche, ese volcán con sombrero, de quien conservamos unas cartas editadas póstumamente que son recordadas como las cartas de la locura y que son la expresión terminal de algunos excesos todavía inspirados de este genial pensador.

Las cartas de los filósofos son ventanas a lo más humano del pensamiento; algunas son epístolas reales y otras meramente se acogen al género como excusa para adoptar un tono más íntimo y personal. Hay una tesis que es un poco cursi, pero que creo que tiene algo de cierto, y es que toda la historia de la filosofía no son sino cartas de amor a Sócrates.