Diego Garrocho: "Quién pudiera vivir en una época donde los doctores en filosofía servían de ejemplo para ilustrar el lujo y el buen vestir"

El profesor de Filosofía, Diego Garracho, reflexiona sobre cómo la vestimenta, lejos de ser una mera apariencia, revela claves culturales, políticas e históricas de nuestro tiempo

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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Pues la filosofía, en lo que tiene de herencia platónica, ha tendido siempre a desconfiar de las apariencias. Y el hábito, la ropa o el atuendo son, casi por definición, aliados de la apariencia. Sin embargo, creo que la ropa —y me atrevería a decir que incluso la moda— dice mucho no solo de nosotros mismos, sino también del tiempo en el que vivimos. La vestimenta está atravesada por códigos, y el modo en el que nos cubrimos está plagado de significados, algunos conscientes y otros incluso inconscientes.

Pocas veces nos sentimos, por ejemplo, más fuera de lugar que cuando nos hemos equivocado de código de vestimenta. Y hay contextos —el otro día hablábamos de los rituales— donde se exige ir vestido de una manera determinada. Un extremo de esto sería el disfraz, ese juego de intercambiar nuestra identidad solo con modificar nuestro vestido, lo que prueba, en cierta forma, que somos también lo que nos ponemos encima de la piel.

El atuendo, a veces, también puede ser una estrategia política: que Xi Jinping vista de traje y corbata es, en el fondo, una muestra del dominio simbólico de Occidente; y Ahmed al-Sara, líder sirio vinculado con el yihadismo, ha transformado su forma de vestir a la par que se ha ido legitimando entre las élites políticas occidentales.

Nuestros políticos, o el jefe del Estado, también se han adaptado a los códigos de vestimenta de otros lugares cuando asisten a actos oficiales fuera de España. Recuerden, por ejemplo, la camisa de estampado de fantasía que lucía Pedro Sánchez en la cumbre del G-20 en Bali, o las guayaberas que acostumbran a llevar tantos mandatarios cuando ponen un pie en el Caribe.

Con todo, mi referencia culterana favorita en lo que atañe al vestir es la del Libro de Buen Amor, que no del Buen Amor del Arcipreste de Hita. En el texto se dice que a Don Amor "vistieronle muy ricos paños de gran valía cual si fiese doctor en filosofía". ¿Y qué quieres que te diga, ángel?, Quién pudiera vivir en una época donde los doctores en filosofía servían de ejemplo para ilustrar el lujo y el buen vestir.