"La primera de las muchas minas que rodean al presidente ya ha estallado. ¿Cuál será la siguiente?"
Rubén Corral analiza en 'La Linterna' el procesamiento del fiscal general del Estado, García Ortiz. La primera gran explosión sacude la estrategia de resistencia de Pedro Sánchez, cuyo Gobierno sostiene su defensa.
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Pues cuando uno está atravesando un campo repleto de minas, por muy hábil que sea o por muy hábil que se crea, alguna acaba explotando. Es simplemente una cuestión de probabilidad. Y eso es lo que le ha pasado hoy a Pedro Sánchez.
Estamos hablando de un presidente al que le acechan los escándalos —a saber—. El que era su mano derecha, Santos Cerdán, duerme en Soto del Real y el Supremo considera que hay poderosos indicios que apuntan a su papel directivo en una organización criminal orientada a obtener indebidamente premios económicos por la adjudicación ilícita de obra pública. Su anterior hombre de confianza, José Luis Ábalos, está siendo investigado en esta misma trama, también se investiga su colocación de sobrinas en empresas públicas y, de vez en cuando, va dejando mensajes para quien quiere escuchar en las entrevistas que va dando. Su mujer está bajo investigación por tráfico de influencias y el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, ha sido procesado por revelación de secretos, por haber filtrado datos fiscales de un ciudadano que era anónimo, hasta que supimos que se trataba de la pareja de Isabel Díaz Ayuso.
Bueno, pues cuando tú estás atravesando ese mar de minas, cuando la estrategia política pasa por resistir, por intentar parar el siguiente golpe, es muy posible que alguna explosión te acabe afectando. Y es lo que ha ocurrido hoy.
El presidente de las primeras veces, el primer presidente que llegó al poder por una moción de cesura, el primer presidente que formó gobierno sin haber ganado las elecciones, el primer presidente que se enfrentó a una pandemia, el primer presidente al que le estalló un volcán... Bueno, pues se va a convertir también en el primer presidente que tenga a su fiscal general sentado en un banquillo.
El Supremo ha rechazado hoy su recurso contra la decisión del magistrado de la causa, Ángel Hurtado, de procesarle por supuesta revelación de secretos. Ya sabes, te lo contaba antes, por las filtraciones sobre el caso del novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid. La sala considera que los indicios recabados durante la instrucción por la presunta comisión de un delito de revelación de secretos son suficientes para que se pueda formular acusación por los hechos investigados contra García Ortiz. La resolución dice textualmente que la filtración “fue una actuación coordinada e impulsada personalmente por el fiscal general del Estado”.
Además, la misma resolución acuerda por unanimidad archivar la causa contra la fiscal jefe de Madrid, Pilar Rodríguez, a la que el instructor también proponía juzgar por su colaboración en la filtración.
¿Cuál es el siguiente paso? Pues el magistrado del Supremo dictará juicio oral, decisión que ya no es recurrible, y entonces veremos al fiscal general del Estado en el banquillo. Veremos esa fotografía por primera vez en la historia de la democracia española.
¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿Cómo es posible que el responsable del Ministerio Fiscal se vaya a sentar en el banquillo? Pues de entrada hay que decir que, con lo que sabemos, por tratar de hacerle un favor al Gobierno contra un adversario político.
Pero vamos con los hechos: ¿qué es lo que lleva al fiscal a responder ante la justicia? Pues según el relato de los hechos del juez que instruye la causa, todo arranca el 13 de marzo de 2024, cuando El Mundo publica a las 21:29 de la noche “La Fiscalía ofrece a la pareja de Ayuso un pacto para que admita dos delitos fiscales”. Cinco minutos más tarde, el fiscal general Álvaro García Ortiz realiza una llamada a María Pilar Rodríguez, la fiscal provincial de Madrid. Acto seguido, Rodríguez, una vez que ha hablado con García Ortiz, hace dos llamadas: una de ellas al fiscal Julián Salto, para solicitarle los correos electrónicos intercambiados con el abogado de Alberto González Amador. Minutos después, Rodríguez envía un Whatsapp al fiscal general del Estado, preguntándole dónde le envía la información que ha conseguido y este le pide que se lo haga llegar a su correo personal.
A las 21:59, Álvaro García Ortiz ya tiene todos esos datos en su poder.
Además, la Fiscalía envía al mail de la jefa de gabinete del jefe de gabinete de Sánchez, Pilar Sánchez-Acera, todo esto. Según el relato del juez instructor, Sánchez-Acera, hizo uso de ello, dando instrucciones a Juan Lobato para que lo exhibiese en una intervención en la Asamblea de Madrid en contra de Isabel Díaz Ayuso.
Por si faltara algo, hay que recordar que el fiscal general no tenía mensajes en su teléfono móvil cuando se lo requirieron, desapareció la información de sus móviles, de sus correos y, según el juez eso frustró una parte de la investigación que podría haber sido útil.
En este caso, en el caso del fiscal general, hay que hacer algunas consideraciones, hay algunas cuestiones a destacar: el fiscal general, según el juez instructor del caso, filtró los datos de un ciudadano anónimo. Ese caso hubiera seguido su curso normal de no haber sido porque alguien cayó en la cuenta que ese ciudadano normal y corriente era la pareja de un adversario político. El fiscal general, siendo investigado, borró todas sus comunicaciones de WhatsApp y de correo electrónico.
El Gobierno ha defendido contra viento y marea al fiscal general, asegurando que su labor siempre ha sido la de perseguir el delito y que por eso se le había abierto la causa: por luchar contra un delincuente. Esto no es cierto. En todo momento, García Ortiz ha sido investigado por filtrar datos fiscales de un ciudadano.
Bueno, ahora el fiscal general está a las puertas de sentarse en el banquillo. ¿Y quién tiene la responsabilidad política en este caso? Pues ya lo dijo el propio Pedro Sánchez en su momento, cuando presumía —¿te acuerdas?— de que la Fiscalía dependía del Gobierno. ¿Recuerdas su famoso “de quién depende la Fiscalía”? Pues si la Fiscalía depende del Gobierno, el Gobierno tendrá que asumir su responsabilidad en este caso.
La primera de las muchas minas que rodean al presidente ya ha estallado. ¿Cuál será la siguiente?¿Resistirá? Según él mismo nos contó ayer, su objetivo es mantenerse en el poder. No va a haber elecciones, decía. Así que, ¿qué va a hacer? Pues lo que ha hecho hasta ahora en otros muchos casos: dejará que pase el chaparrón, se tirará de argumentario diciendo que al fiscal se le persigue por perseguir un delito, se tomará unos días de vacaciones y ya veremos qué pasa en septiembre.