"La «dana del fuego» nos ha vuelto a poner a prueba y, desgraciadamente, nos falta una visión de Estado ante los desastres"
Rubén Corral analiza en 'La Linterna' la actualidad de la jornada de hoy: la reunión de Trump y Zelenski concluye a falta de una conversación pendiente entre Trump y Putin. Por otro lado, el abandono del medio rural, la mala legislación y la mala gestión medioambiental nos acerca al desastre de los incendios.
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Pues a esta hora tenemos dos noticias desarrollándose en directo. La primera de ellas, ese encuentro entre Donald Trump y Volodímir Zelenski en la Casa Blanca, un encuentro mucho más cordial que el que mantuvieron el pasado mes de febrero y en el que Donald Trump ha dicho que espera hacer un anuncio a lo largo del día tras hablar con Vladimir Putin. Vamos a ver qué ocurre y cómo va esa negociación y qué resultado sale de esa cumbre, de ese encuentro entre Trump que ha recibido con un apretón de manos a un Volodímir Zelenski que iba con una camiseta negra y una chaqueta negra hecha con el material de la ropa de los soldados ucranianos que están en el frente.
Esa es una noticia que está en marcha y la otra son los incendios, porque que no podemos olvidar que tenemos más de 40 fuegos aún activos en una oleada de incendios que comenzó hace 10 días. Como te digo, tenemos 40 incendios, ahora mismo 23 de ellos de una peligrosidad importante. En las últimas horas he podido hablar con varias personas que están apagando los incendios en distintos puntos de España. Y para hacerme una idea de a qué se están enfrentando, uno de ellos me dijo una frase, la verdad, bastante contundente: "Estamos viviendo la «dana del fuego»".
Una situación que tiene varios motivos, una situación que se da por varias causas que lo que han hecho ha sido provocar una tormenta perfecta. ¿Por qué se ha dado esto? ¿Cuáles son los motivos de lo que está ocurriendo? Bueno, hemos hablado mucho en los últimos días, y más que debemos hablar, pero creo que hay que empezar a ser concretos y a empezar a apuntar razones muy concretas.
En primer lugar, esto está ocurriendo por el abandono del medio rural. Los pueblos que estamos viendo quemarse estos días son pueblos con poblaciones de 40, 50, 70 personas, pueblos de los que la gente marchó buscando un futuro económico en los años 60 y 70 y a los que solo unos pocos vuelven ahora. Los descendientes de aquellos que se fueron lo que hacen es volver para pasar el verano allí. El abandono de esos pueblos es también el abandono del entorno. No hay ovejas que pasten, no hay quien corte la leña, no hay quien desbroce, no hay quien haga un cortafuegos... De esta forma, sin atención de ningún tipo, la naturaleza lo que hace es generar un combustible altamente inflamable que, claro, con un rayo o con cualquier chispa que alguien provoque acaba prendiendo.
El segundo motivo de este desastre es una legislación medioambiental mal entendida. La naturaleza y el hombre han coexistido y han interactuado siempre. En los últimos tiempos la legislación ha sido demasiado proteccionista, sin entender que hay acciones del hombre que contribuyen al mantenimiento de la naturaleza. Te pongo un ejemplo: antes los pastores llevaban su ganado al monte y los animales, al comerse el forraje, pues evitaban que esa maleza se desbordara. Ahora hay comunidades autónomas donde se han impuesto multas de 1.300 euros a ganaderos que llevaban toda la vida metiendo su ganado a pastar en las mismas zonas, zonas que ahora no se limpian y que pueden ser pasto de las llamas.
Otro ejemplo: ¿por qué en algunos municipios los propietarios pueden podar los árboles de terrenos colindantes al suyo y en los municipios de al lado no? Luego, cuando llegan los incendios, el fuego se puede combatir y detener en la zona limpia, mientras que en la zona que no se ha limpiado pues aquello es incontrolable. Hemos confundido el no intervenir con el cuidado de la naturaleza, cuando a la naturaleza se la protege cortando árboles secos y arrancando malas hierbas.
Tercer motivo de esta oleada de incendios: una mala gestión medioambiental. No se hacen cortafuegos, no se limpian las zonas peligrosas, no se talan árboles... ¿Por qué? Pues muchas veces porque faltan efectivos. No tenemos un cuerpo de agentes forestales adecuado a la extensión de nuestra masa forestal. Y otras veces lo que ocurre es que estos agentes forestales no están lo suficientemente preparados. Alguien que sabe de esto me decía esta mañana que un agente forestal es un auxiliar administrativo que en la mayoría de las ocasiones ha recibido un cursillo de unas pocas horas sobre cómo se gestiona un incendio. Claro, con 6 horas de cursillo, ¿puedes enfrentarte a un fuego? Y esto por no hablar de problemas con lindes y tomas de decisiones arbitrarias a la hora de limpiar extensiones de terreno.
En definitiva, el abandono del medio rural, una mala legislación y una mala gestión medioambiental nos acercan al desastre. Pero luego cuando se produce la catástrofe hay que preguntarse algo: ¿tenemos las herramientas necesarias para actuar de manera eficaz y minimizar daños? Piensa en un momento las últimas situaciones a las que nos hemos enfrentado. La dana de Valencia, el apagón del mes de abril y esta oleada de incendios. Ya sé que no son comparables, que estamos hablando de coyunturas distintas, pero, al fin y al cabo, en estas situaciones se necesita un plan para reaccionar. ¿Nuestros sistemas de emergencia han funcionado? ¿Han logrado minimizar esos desastres? No me refiero a los cuerpos de emergencias, gente que está preparada para intervenir en cualquier momento y circunstancia, no me refiero a esa gente, pero piensa: ¿se les ha movilizado en el momento adecuado? ¿Tienen todos los medios que necesitan para intervenir y que aquello se resuelva satisfactoriamente?
Y claro, en este punto es donde tenemos que hablar de la responsabilidad de la gestión. Desgraciadamente, hemos llevado al extremo el modelo autonómico y el Estado se ha vaciado transfiriendo muchas de esas políticas de gestión a las comunidades autónomas. Gestión que debería ser compartida por los Gobiernos central y autonómico. El músculo debería tenerlo el Gobierno de la nación, debería ser quien, en una situación como estos incendios, asumiera el control y la gestión, enviar a los medios humanos y materiales necesarios y que la comunidad autónoma, aportando los suyos, sumara fuerzas.
Pero aquí nos encontramos con aquello de que 'si necesitan ayuda que la pidan'. ¿Y sabes por qué? Porque, al margen del rédito político que cada uno intenta sacar, el Gobierno no tiene un plan de emergencias diseñado para intervenir de forma inmediata cuando sufrimos una tragedia de estas características. Es cierto que tenemos a la UME —se están dejando la piel—, pero, ¿3.500 efectivos son suficientes para apagar más de 40 grandes fuegos en toda España? ¿Esta gente tiene las herramientas necesarias? ¿Tiene el material necesario? ¿Tienen máquinas pesadas suficientes para hacer cortafuegos? Seguramente deberían ser más en número y tener más medios. Y también hay que decir que no deberían ser los únicos a los que llamar cuando llega el desastre.
La 'dana del fuego' nos ha vuelto a poner a prueba y, desgraciadamente, hemos vuelto a demostrar que nos falta una visión global. Nos falta una visión de Estado ante los desastres.