Ejercicios espirituales para los migrantes que han vivido experiencias traumáticas: "Dios conduce mis pasos a los lugares perfectos"

La CVX en España, junto a Casa Kino, ofrecen la oportunidad de realizar este itinerario personal a personas con una experiencia migratoria dolorosa. Ana Medina nos trae esta iniciativa a 'La Linterna de la Iglesia' 

Ana Medina

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Todos somos peregrinos, pero si alguien se siente identificado con este nombre es aquella persona que ha dejado atrás casa, familia y vida para emprender un camino desconocido. Como son las personas migradas. Nadie mejor que ellas entiende qué significa salir de un lugar para dirigirse hacia lo que no conoce. Por eso, y porque toda peregrinación implica también un viaje interior, es por lo que los ejercicios espirituales de San Ignacio son una herramienta útil para todos, pero más, si cabe, para quienes buscan releer su historia migratoria desde la mirada de Dios. La CVX en España junto a Casa Kino ofrecen la oportunidad de hacerlos, y hemos conversado con dos de sus últimas beneficiarias. 

Sara es de Paraguay, lleva en nuestro país cuatro años, pero no ha sido hasta ahora que ha sentido del todo lo que ha dejado atrás: «Vine a cumplir un sueño. En este sueño me acompañó una amiga hasta hace unos meses, estuvimos viviendo juntas pero luego hemos tenido que separarnos. Ambas aprendimos, pero llegó el momento de que cada una también tomara su camino. Lo que yo no me imaginaba es que recién ahora iba a sentir, creo que por primera vez, la distancia que hay entre la familia y yo».

"Los ejercicios los inicié tras un vacío profundo y una búsqueda desesperada de anclaje"  

Nieve es venezolana, llegó a España en 2019 y al relatar su experiencia migratoria, afirma que al principio sintió «como al que le quitan la piel sin anestesia. Luego, al conocer la cultura y cosechar nuevas amistades tan valiosas y queridas como las que quedaron atrás, es cuando sentimos satisfactoriamente que nuestra piel se regenera».

El sufrimiento de migrar forzosamente, sin duda, es muy grande, pero los ejercicios espirituales han sido un instrumento muy beneficioso para ellas. Creados por San Ignacio de Loyola para releer nuestra vida y orientarla a Dios, pueden hacerse por tandas o en la vida ordinaria. En este caso, de los Ejercicios Espirituales del Peregrino, son una experiencia personalizada de acompañamiento a lo largo de cinco meses, aproximadamente, ofrecida a personas residentes en España que han sufrido en su vida algún tipo de migración dolorosa y desean encontrarle un sentido desde Dios a su pasado, presente y futuro.

Nieve ya conocía los ejercicios espirituales por su trabajo pastoral en su país. Ella los califica como «alimento espiritual. Actualmente me ha sido difícil retomarlos y esta versión de ejercicios en la vida diaria y online me caló de maravilla». Sara añade: «Los ejercicios los inicié tras un vacío profundo y una búsqueda desesperada de anclaje. El punto de partida para decidir iniciar este camino fue mi familia y continuar aquí con esperanza».

"Sin su compañía, su ayuda, no hubiera podido seguir"  

Los frutos en su vida han sido muy positivos para sanar su historia y caminar hacia el futuro con esperanza: «Dios, en su infinita misericordia, conduce mis pasos a los lugares perfectos, con la gente perfecta, para tener las experiencias que me hacen crecer y poder decir: "Dios está aquí"», afirma Nieve. A lo que Sara apunta: «El mayor descubrimiento que me han aportado en todo este tiempo es sentir y ver que no estoy sola. Son los brazos abiertos, cariñosos, acogedores, tiernos de nuestro Dios. Con Él todo va a estar bien».

Sara es ingeniera en su país, vino a España a especializarse y es investigadora en estudios dirigidos a impulsar la ecología y la economía circular, está terminando su tesis y buscando trabajo. Y esta experiencia viene a impulsar sus pasos a partir de ahora con otra mirada, la mirada de Dios: «Vivir acá en España es todo un desafío. Sé que Dios me acompañó a lo largo de mi vida, pero recién ahora pude abrir las puertas de mi corazón, mi alma, mis brazos y permitirme refugiarme en él. Sin su compañía, su ayuda, no hubiera podido seguir».