Lo mejor de uno mismo

Hoy me acordaba de una historia que conocí hace tiempo. No se el nombre de su protagonista pero si tengo el dato que, con gran esfuerzo, sus padres pagaron a las mafias un buen dinero para que ABDOU (así le llamaré) se embarcara siendo un bebé en una patera, desde Senegal rumbo a España.

¿Qué le lleva a unos padres a arriesgar la vida de su hijo así? ¿Cómo debe ser la vida en su país para tener que hacer algo así?

Verás, ABDOU llegó a Tarifa siendo un bebé, en brazos de una de las mujeres de la barca. Iba desnudo, pero en su cuello portaba un saquito lleno de tierra. Llegó envuelto en una fina manta, con pérdida de temperatura, y muerto de hambre…. Fue una monja, la hermana Mari Cruz, quien consiguió (no sin muchos esfuerzos) que ABDOU creciera junto a ella.

La religiosa le dio un hogar, una familia (sin hacerle olvidar nunca sus raíces y a los suyos), una educación y unos valores que jamás podrá olvidar.

Pero esta historia, que fue plasmada en un video de la Infancia Misionera en 2013, tiene un final feliz. Y es que los padres de ABDOU, cuando éste era ya un niño casi adolescente, consiguieron venir a buscarle. Su madre, portaba en el cuello un saco de arena igual al que llevaba su hijo. Esa fue la manera de identificarse.

A los pocos meses de llegar a Tarifa, la hermana Mariluz falleció. Pero desde el Cielo, estoy convencida, que sigue abrazando a este pequeño y su familia donde quiera que se encuentren.

La historia de ABDOU nos dice mucho hoy, cuando hablamos de economía justa, humana, donde la persona esté en el centro. Cuando hablamos de educación, de valores, de libertad. Cuando hablamos de migraciones, de dignidad, de acogida. Cuando hablamos de la vida, de derechos, deberes y oportunidades…

Ojalá seamos capaces de encontrar lugares de diálogo y reflexión donde todos estemos presentes, y que sirvan para sacar lo mejor de cada uno de nosotros, de cada una de las instituciones, de cada uno de los gobiernos para caminar juntos en busca del bien común de la sociedad.