Irene Pozo: "A veces uno no sabe que va abriendo camino"
La directora de 'La Linterna de la Iglesia' reflexiona sobre la labor que hace la Iglesia en las cárceles a través de su departamento de pastoral
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Esta tarde he tenido el privilegio de conocer en primera persona el trabajo que la Iglesia lleva a cabo con su Pastoral Penitenciaria. Ha sido durante el congreso que están celebrando en Madrid y cuyo nombre es muy sugerente porque afirma que ‘Otro cumplimiento de pena es posible’. Y es una realidad que viene avalada por la experiencia vivida durante la pandemia.
La verdad que el confinamiento en los centros penitenciarios tuvo que ser muy duro. Si fuera nos veíamos privados de libertad y eso hacía mella en nosotros, cómo tuvo que ser para las personas que ya estaban privadas de libertad cumpliendo condena en unos centros que cerraron sus puertas a la visita de sus familiares, de los voluntarios que entran en la cárcel.
Hoy me he llevado una grata sorpresa. Porque no sabía que muchas personas, durante el confinamiento, habían cumplido condena de otra manera. Muchos presos salieron en tercer grado y otros ni siquiera ingresaron en prisión. Cumplieron condena en libertad, con otro tipo de medidas como por ejemplo, los terceros grados telemáticos (los que llamamos “con pulsera”). La cuestión es que se plantearon otras medidas alternativas y no por ello aumentó el número de delitos ni tampoco de presos. Y eso demuestra que se puede, que otra forma de cumplir condena, además de la prisión, es posible.
He escuchado esta tarde hablar a madres con el corazón en un puño, madres con un sentimiento de culpa desgarrador, madres que decían que necesitaban el cariño que no tenían. Y a su lado, acompañando su sufrimiento, la Iglesia. Porque como recordaba uno de los capellanes que nos ha acompañado en este encuentro, Dios camina con nosotros.
Y esa esperanza la hemos comprobado, también, con el testimonio de una persona que cumplió condena a través del Trabajo en Beneficio de la Comunidad. Hoy es voluntario. Llegó con miedo y se quedó para servir y acompañar a quienes estaban en la misma situación que él vivió.
La verdad es que la pandemia nos ha enseñado mucho, también en el ámbito penitenciario, y si hay algo positivo es precisamente que hemos comprobado que hay alternativas.
Y la Iglesia en esto, tiene callo. Es un terreno que conoce bien, y que quiere sumar a través de su trabajo de concienciación en la sociedad, con la aportación de pisos y casas de acogida, ofreciendo puestos de trabajo en beneficio de la comunidad, con la formación a través de cursos que ayuden a rectificar determinadas conductas…
Estoy contenta de haber aportado mi granito de arena en este encuentro al que fui a moderar una mesa de experiencias con la certeza de que otra condena es posible pero no sabía que iba a salir de allí con el corazón tan lleno. Como me ha dicho esta tarde una buena amiga, a veces uno no sabe que va abriendo camino.