Irene Pozo: "Tenemos una responsabilidad sobre el uso que hacemos del agua"
La directora de 'La Linterna de la Iglesia' reflexiona sobre la escasez de lluvias en lo que llevamos de año
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Estos días llegan noticias preocupantes por la sequía que estamos viviendo en España. La verdad que las imágenes son terribles. Pantanos secos, con el fondo cuarteado como si fueran adoquines. Campos destrozados, de color amarillo cuando debería ser verde en esta época del año.
El agua es esencial para la vida. Hablamos de un recurso natural fundamental para la salud, la alimentación e incluso, como estamos viendo, para la economía. Parece inevitable la repercusión que esto pueda tener en la subida del precio de los alimentos y ganaderos y agricultores se echan las manos a la cabeza por las consecuencias que están sufriendo.
Pero si miramos más allá, tenemos que ser conscientes de que el agua es algo prioritario para la subsistencia de todo el planeta, para la conservación de la vida y el progreso de los pueblos. El acceso al agua es un derecho universal del que carecen 2.200 millones de personas en el mundo según los últimos datos de Naciones Unidas.
La escasez de agua afecta a más del 40% de la población. 3 de cada 10 personas carecen de acceso a servicios de agua potable seguros. Esto trae consigo también enfermedades, por no hablar de los desplazamientos forzados o conflictos que pueda ocasionar. Decía el Papa Francisco hace unos días que el agua no puede ser “objeto de derroche, abuso o motivo de guerras”.
Claro que la falta de lluvia no ayuda a esta situación, pero creo que debemos empezar por tomar conciencia del problema que tenemos encima. Veía estos días datos entre países del primer y tercer mundo y eran llamativos. Por ejemplo en España una persona consume 132 litros de agua al día mientras que en Camboya consume tan solo 8.
A uno le hace pensar también en la responsabilidad que tenemos cada uno de nosotros sobre el uso adecuado que hacemos del agua. Quizá haya que empezar por generar una cultura del agua que ayude a ver este recurso natural como una fuente de vida que hay que cuidar.
Es cierto, sería injusto no decirlo, que cada vez tenemos más conciencia sobre este tema. Pero no es suficiente, queda camino por recorrer. Como recuerda la encíclica Laudato Si’: Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa.