Irene Pozo: "Este camino que acabamos de emprender nos recuerda que es posible un cambio de rumbo"

La directora de La Linterna de la Iglesia reflexiona en su monólogo sobre la Cuaresma que estamos comenzando

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Iniciamos la Cuaresma. Lo hacíamos el pasado Miércoles de Ceniza, un bonito día que también coincidía con san Valentín, una fecha -que nos guste más o menos- nos lleva también a celebrar el amor.

Vivimos 40 días de preparación a la Pascua. 40 días de oración, ayuno y limosna. Es tiempo de diálogo con Dios, de acercarnos al hermano que sufre. Tiempo de reflexión y de conversión. De mirar la realidad con otros ojos. El Papa nos recuerda en su mensaje de este año que para que nuestra Cuaresma sea también concreta, el primer paso es querer ver la realidad.

¿Por qué hay tanto dolor, sufrimiento e injusticia en el mundo? Y ¿por qué tantas veces nos mostramos ajenos a lo que ocurre? Todos queremos un mundo mejor, un mundo más justo, un mundo libre de guerras, de opresión. Entonces, ¿por qué seguimos caminando como si esto no fuera con nosotros?

Toca parar. Mirar a nuestro alrededor. Los grandes cambios empiezan por uno mismo con quienes nos rodean. Por pequeñas acciones en nuestros barrios o en nuestros pueblos. Por ir de la mano con quien necesita una sonrisa o una palabra de aliento. Son gestos que contagian… O por replantearnos, como dice el Santo Padre, nuestros propios estilos de vida… Porque la Cuaresma, ese camino que acabamos de emprender, nos recuerda que es posible un cambio de rumbo. Que el amor y la esperanza están más cerca de lo imaginamos.

Nos falta confianza. Abrir las puertas a Dios. Dejarle entrar en nuestras casas y en nuestros entornos. Porque Él nos hizo el regalo más grande: su Hijo. Aquel que hoy nos invita a imitar y caminar a su lado para estar más cerca de Él.

Aunque muchos crean que es un tiempo triste, es justo lo contrario. Es un tiempo que nos lleva a mirar de frente a la Cruz, esa que nos muestra la vida, el amor y la esperanza. Un camino que empezamos a recorrer con la alegría de saber que lo hacemos bien acompañados.