Irene Pozo: "Benedicto XVI fue un gran testigo de la razón"

La directora de 'La Linterna de la Iglesia' reflexiona sobre la figura de Benedicto XVI

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Hoy fiesta de la Epifanía del Señor, donde recordamos a los Reyes Magos y cómo se dejaron guiar por la luz de aquel niño que acababa de nacer y que tanto tenía que enseñar al mundo. Es una fiesta que le gustaba mucho a Benedicto XVI y no deja de ser algo significativo el haber celebrado su funeral y entierro en vísperas a este día. Son muchos los escritos que nos deja en torno a ello. Decía Alfonso Carrascosa en un artículo publicado en el portal de religión ECCLESIA, en COPE.ES, que “no se puede negar la historicidad de los Reyes Magos basándose en hechos científicos, sino más bien todo lo contario”. Eso forma parte de la verdad que con tanto empeño buscaba y mostraba Benedicto XVI.

Fue un gran testigo de la razón, quizá eso sea su mayor legado. Miraba fijamente yo estos días sus manos que, entrecruzadas, sostenían el rosario con el que tanto había rezado por la Iglesia. Una Iglesia que ahora llora su muerte y celebra su vida. Manos de sacerdote, de obispo, de cardenal, de Papa. Manos donde las arrugas nos muestran su sabiduría. Unas manos que tantos documentos de incalculable valor han escrito.

Cuesta resumir en pocas palabras su humilde grandeza. Hablando con aquellas personas que le conocieron de cerca, todos coinciden en su sencillez. Una sencillez que hemos podido comprobar estos días. Y una vida, como recordó el Papa Francisco en la homilía de su funeral, de entrega agradecida, orante y sostenida.

Estos días se han multiplicado las oraciones en todo el mundo para acompañar a Benedicto XVI como él mismo ha hecho cada minuto de su vida con esa entrega de servicio y amor a la Iglesia. Hoy recordamos a quien desde su fragilidad nos ha enseñado ese camino hacia la verdad que nos muestra la certeza de que Dios nunca nos deja solos.