El comentario de Ana Medina: "Ángel Mata y el dolor de los descartados"
La colaboradora de La Linterna de la Iglesia reflexiona en su comentario sobre la muerte de Ángel Mata: "Reconocer en ellos el rostro de Cristo"
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Esta semana conocíamos el fallecimiento de Ángel Mata, un hombre mayor de 63 años que vivió décadas en la calle y que este frío se ha llevado para siempre. El pasado 8 de febrero fue encontrado por unos vecinos que lo conocían, que habían estado pendientes de él y que han sentido mucho su muerte.
Cuesta creer que al lado de nuestro edificio mientras nosotros buscamos una serie que ver en maratón, hay quienes corren la carrera más difícil de todas, la de la supervivencia al desamparo y a la soledad y podríamos aprovechar esta noticia para darnos estériles golpes de pecho y estaría bien porque demostraría que seguimos siendo sensibles al dolor de los descartados pero como el Papa Francisco nos ha recordado muchas veces los pobres no son imágenes para conmover sino personas que exigen dignidad.
Si creemos verdaderamente lo que celebramos cuando participamos en la Eucaristía hoy Ángel Mata no puede ser una de las muchas noticias que consumimos. El Papa nos ha animado a compartir con los pobres nuestra mesa en señal de fraternidad y a reconocer en ellos el rostro de Cristo que se hizo pobre por nosotros. Esta historia nos deja también ejemplo de la presencia que Ángel hizo en la parroquia de San Lorenzo. Decidieran organizarse para hacer un comedor para quienes no disponen de ningún otro recurso.
Los comercios del barrio aportaban sus productos, Cáritas era su modelo de referencia y gracias a esta iniciativa los feligreses compartieron desayunos y pudieron conocer más a Ángel y a otras personas que viven también en la calle.
Ángel Mata fue enterrado después de un funeral que presidió el arzobispo de Burgos, Mario Iceta. La parroquia no solo llora su pérdida sino lo que pudieron hacer y no hicieron en un gesto que demuestra también su humildad. Historias como esta no son fáciles ni románticas. La mayoría de las veces la pobreza nos interpela y el camino es largo pero ese camino comienza siempre por un primer paso.