Álvaro Ferraro, empresario de éxito de Sevilla que lo dejó todo para ser sacerdote: "Mi novia me dijo que le estaba poniendo los cuernos con alguien que no podía competir”

A sus 30 años, el joven andaluz ha ingresado en el seminario tras una vida de trabajo, estudios y diversión. En 'Herrera en COPE', Álvaro ha relatado cómo ha sido el cambio que ha experimentado en su vida 

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Álvaro Ferraro, en 'Herrera en COPE'

José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Copas, discotecas, amigos... Así fue la juventud de Álvaro Ferraro, como la de tantos chicos de su edad. Tenía novia, había montado algunos negocios exitosos, viajaba mucho... Pero todo ese ruido que llenaba su vida se apagó.   

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Tras años de ajetreo y de alejamiento de Dios, a sus treinta años ha ingresado en el seminario, donde se formará  los próximos siete años  para ser sacerdote  “Yo llego a Madrid desde Sevilla para vivir la vida universitaria, me alejo de Dios porque había cosas que no entendía. Nunca dejé de creer, pero sí de estar cerca de Dios”, ha relatado en 'Herrera en COPE'

 

Años después retomó su vínculo con Dios por que “mi corazón me pedía algo más, y solo tenía que buscar la verdad”.

Álvaro se apuntó con un amigo al retiro de 'Effetá'. “Yo pensé que iba a ser un fin de semana perdido, pero me tocó el corazón. No cambió mi vida pero reconecté”. Por aquel entonces Álvaro llevaba siete años con su pareja.

Las señales de dios que comenzó a recibir álvaro tras el retiro: "Dios habla siempre"

El retiro poco a poco fue transformando al hoy seminarista. Comenzó a indagar sobre la Palabra de Dios en las Sagradas Escrituras, el Génesis, asistir a charlas... Y cae en la cuenta de que un Evangelio le persigue en cada charla o frase bíblica que se coloca delante del Santísimo: el joven rico, en la que un joven pregunta a Jesús cómo obtener la vida eterna. Para Álvaro eran señales:Dios habla siempre pero hay veces que hay que invertir en un sonotone para escucharle”.

Esta señal también estuvo presente en el santuario de Lourdes, donde Álvaro acudió como monaguillo: “Empiezo a sentir un sudor frío que todavía no me explico y conecto que me persigue ese Evangelio, rezo durante las primeras lecturas y le lanzo a Dios un órdago, que si de verdad me quieres decir algo que hoy sea el joven rico el Evangelio, y en efecto fue el joven rico, una probabilidad entre 365 días que tiene el año. Dios me respondió”.

La reacción de su novia al anunciarle su ingreso en el seminario:  "le estaba poniendo los cuernos con alguien que no puedo competir” 

Sintió mucha paz. Seguía con su pareja. Había planes de formar una familia. Al regresar de Lourdes se puso en contacto con su director espiritual y compartió lo ocurrido en el santuario francés: “Me dijo que me estaba esperando desde hacía un año y medio, porque sabía que Dios me estaba hablando y se alegró de que me diera cuenta yo. Llevamos a cabo un trabajo de discernimiento. Hablé con mi novia y lo entendió, me  dijo que le estaba poniendo los cuernos con alguien que no puedo competir”, cuenta esbozando una sonrisa. 

Pero Álvaro ha tenido que renunciar a sus planes de formar una familia, lo cual fue duro para un chico tan 'niñero' como se considera Álvaro: “Esta es la felicidad de mi vida y yo creo que me va a hacer más feliz”.

De una vida de empresario a la tranquilidad del seminario: "me estoy desprendiendo de todo "

Hasta su ingreso en el seminario, Álvaro era empresario con una buena facturación, entraba y salía, viajaba.... Ahora su día a día ha dado un giro de 180 grados: “Mi vida es completamente diferente. Yo antes tenía disciplina autogestionada. Me levanto con la comunidad, rezamos mucho, no tengo las exigencias del trabajo...”

Cuestionado si un seminarista puede explotar los negocios antes de ordenarse sacerdote, Álvaro cree que no es un problema, según la conciencia de cada uno: “Yo me estoy desprendiendo de todo, estoy vendiendo algunos negocios. Aún así algo dedico al trabajo porque no puedo coger excedencia”.

En este proceso, son muchos los que han preguntado a Álvaro si era consciente del paso que iba a dar. Incluso algunos le veían como un loco: “Loco estoy por Dios, pero muchos amigos se han sorprendido, algunos para bien, otros no lo entienden... En el fondo todos están felices”.

En un contexto social donde la fe tiende a ocultarse pese a los brotes verdes que se aprecian, el seminarista sevillano llama a no tener miedo: “Si es lo más importante de tu vida no debemos de ocultarlo, tenemos que hablar de Él con naturalidad, no ser el freaky que solo habla de Dios, pero sacándolo a pasear de vez en cuando, si surge el tema que hables de naturalidad de tu fe, de lo que es Dios para ti. Debería se lo normal pero no lo es, hay mucho miedo a veces de hablar de Dios”.