Lleva a un militar de Lleida a Melilla y, al romperse el coche, lo primero que hace deja perplejo a su cliente: "Me pidió..."

Lo cuenta precisamente ese militar que rescata esta anécdota inolvidable en 'la hora de los Fósforos' y que se produjo en los 90

Redacción Herrera en COPE

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Por si todavía no lo sabe. En 900.50.60.06 planteamos a nuestros 'Fósforos' un tema. Y ellos nos cuentan las anécdotas más disparatadas que han vivido. Queremos que nos hablen de chapuzas que han sufrido. O que han visto.

Juan Pedro es el primer oyente que indica que, en su casa, el chapucero era su abuelo. En los 80, "ya había inventado para nosotros el temporizador para que se apague la radio sola. Él cortaba el cable, los unía con un algodón, lo remojaba y con el agua corría la electricidad. Y cuando se secaba, se apagaba la radio". Era muy estudioso de muchos temas. Y muy listo, sin duda. 

Inmediatamente después, hablamos con Salvador. No es la primera vez que responde al tema del día en 'la hora de los Fósforos'. Dice que es muy manitas. Se dedica a la decoración. Casi 4 décadas. Muebles, decoración del hogar... ya está casi jubilado. Lo más peculiar que ha hecho es que, un día, su hija se puso a imprimir y fallaba. La impresora notificaba del siguiente fallo: "Tiene el empapador de tinta agotado". Así que Salvador se puso manos a la obra. 

Muchas impresoras han llegado a tener un límite de impresiones aunque sus componentes funcionen perfectamente

Se puso a desmontar la impresora, saca la estructura del empapador. 9 de la noche. Se fue al baño "y veo la caja de salvaslips de mi hija. Me lío a hacer mis cábalas. Empiezo a colocarlos. Pongo el empapador. Lo corto. Ajusto. Coloco. Monto la impresora. Y funcionó durante 6 meses con una empapadora de salvaslips".

Este 'Fósforo' también nos ha dicho que su empresa tenía tiendas en Guinea Ecuatorial. Había una estantería repleta de catálogos. "Son como libros, más o menos. Mi jefe no sabía cómo moverlo. Me encargué y les dije que me dejasen a mí. Me fui a por el gato del camión. Cogí varias tablas. Las apoyo contra la pared. Pongo otra tabla contra la librería. Lo conseguí".

Ángel es de Lleida y asegura que fue un día a un concesionario y vio que un niño se había metido dentro de un coche y se había quedado encerrado. El pánico se desató allí. Las llaves se habían quedado dentro. Y el niño también. Era un sábado. La trabajadora estaba nerviosa porque no tenía un mecánico. El 'Fósforo' se puso manos a la obra para solucionarlo. Cogió un cubo de fregar, le puso un trozo de plástico y afirma que con un hierro que tenía lo consiguió. Todo se quedó en un susto. 

El siguiente oyente, que se llama José Manuel, explica que es militar. Se remonta a los 90. Aclara que compartía coches con el resto de compañeros para bajar de la academia de Lleida a cualquier punto de la península que se precie. A la entrada de Madrid, se les quedó parado el coche. "Imaginaos aquella época. La grúa paró detrás. Éramos chavales. Teníamos 22 años. El conductor iba para el cuerpo de especialistas. Dice que lo arreglaba él. Me pidió que sacar el mechero de la guantera. Y, con el muelle del mechero, arregló el carburador. Arrancamos y dejamos al de la grúa", cuenta. 

A José Manuel le dejaron en Aranjuez. Hizo sus pesquisas. Y comprobó que habían llegado sanos y salvos a Melilla. Desde Lérida. Y con el muelle de un mechero.

Por tanto, a ese militar le llamó muchísima atención que se solucionase el problema con el muelle de un mechero y que tuviese ese gesto el conductor.

"un reguero de anticongelante caía calle abajo", relata un fósforo sobre lo que vivido con un grupo de amigos

Por último, recogemos el testimonio de Miguel. Año 1986. El 'Fósforo' tenía 26 años. Se iba con sus amigos a Europa. Alquilaron una furgoneta para el viaje. Y, al verla, pensaron: en qué berenjenal se han metido. Cogieron todas las herramientas y acondicionaron la furgoneta ante un viaje tan largo. Pasó algo curioso. Y es que hicieron noche en París y, llegando a Bélgica, empezó a subir la temperatura del motor. Pararon. 

Y había un reguero de anticongelante que caía calle abajo. Siete y media de la tarde y sin móvil. ¿Cómo lo solucionaron? Responde que abrieron la furgoneta. Con el camping gas, cogió unos alicates. Y, con mucho cuidado, funcionó. Hicieron 3.000 kilómetros más hasta llegar a casa.

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