Del Val: “En Unidas Podemas pegas una patada al suelo y salen profesores de feminización para una Universidad"

Habla el profesor de Irene Montero, sus leyes y su política

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Tiempo de lectura: 2' Actualizado 10:01

Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE" en la política de Irene Montero:


Cuando mi hija tenía menos años que mis nietas, y todavía no hablaba correctamente, si estaba enfadada nos lo decía a la cara. Pero, como no pronunciaba bien, en lugar de decir “estoy enfadada” decía “toy farara”. Hoy me he acordado de aquella frase, al ver una fotografía de esa chica ministra, que va a liberar de las argollas de la esclavitud a las mujeres de España, y observarle la boca prieta, los labios fruncidos, y una mirada que no está para soplar tartas. No hay que ser psicólogo, ni adivino, para llegar a la conclusión de que la chica nos está diciendo “toy farara”, y algo habrá que hacer, aunque sea para no darle tiempo a que se ponga a redactar más leyes, que podrían causarle nuevas frustraciones, y conviene no olvidar que la tensión en el rostro favorece la formación de arrugas.

A mí me parece que debería estar contenta, porque se libra de tener que organizar aquellos cursillos para los jueces que reclamaba, con el fin de cepillarles el machismo. La dificultad no estribaba en encontrar profesores -porque, en Unidas Podemas, pegas una patada en el suelo y salen profesores de feminización para ocupar toda una Universidad- sino que la mayoría de los jueces de lo penal son mujeres, nada menos que el 66%. Quitarle el machismo a un hombre debe ser fácil, pero quitarle el machismo a una mujer juez debe ser más complejo, a no ser que en Unidas Podemas, expertos en la asunción de “género sexual el que me apetezca”, hayan llegado a la conclusión de que una mujer, en cuanto aprueba las difíciles oposiciones y se sienta en un tribunal de lo Penal, se convierte en lesbiana. Más enfadada debe estar esa pobre ciudadana, cuyo ex-marido, tras salir de la cárcel -gracias a la chapucera ley- le ha enviado un corto mensaje que dice: “De la cárcel se sale, del cementerio, no”. Y esa amedrentada mujer, además, como no es ministra, no tiene escoltas en la puerta de casa, ni le acompañan, cuando sale.

La autora del chandrío, que decimos en Aragón, debería aprender de su jefe, que presentó la Ley como si fuera la novedad mundial, algo que nos imitarían los países que quisieran ser progresistas fetén, y ahora se dispone a cambiarla, sin un rictus. En política, conviene enfadarse sólo en casa, salvo si la humildad está agotada y no existe.


Las fotografías de la semana de Luis del Val


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