Luis del Val: "El cambio climático es bastante más complejo de lo que cabe en el cerebro de un político"

El periodista analiza en su 'Imagen del día' la decisión de Más Madrid de concurrir a las elecciones con Errejón a la cabeza

 

Tiempo de lectura: 2' Actualizado 11:12

Según los entendidos, dentro de muy poco, cuando falten diez minutos para las diez de la mañana, comenzará el otoño astronómico. Y su recepción presenta reacciones tan diversas como diversos son los intereses y circunstancias de los seres humanos. Para los estudiantes es el comienzo del periodo más duro del curso, seguramente el que influirá poderosamente en las notas finales. Para el César Pablo Iglesias es el comienzo de constatar que el Bruto Errejón forma parte de la conspiración que le apuñala sin misericordia. Para mi mujer y para mí sobreviene esa semana de desconcierto, donde el cambio de armarios sufre avances y retrocesos inesperados, porque a un día invernal de abrigo sucede un veranillo de San Miguel que te deja sin chaquetas ligeras, porque ya se han mandado a la tintorería. Para el Señor del Falcón no supondrá ningún cambio, porque sigue con la eterna campaña electoral. Esta vez, en Nueva York, mucho más efectiva que ir a saludar a un presidente de una diputación provincial, porque en la ONU, los dos segundos en que tarde un mandatario en darle la mano, se emitirán por televisión acompañadas de comentarios donde se nos permitirá pensar que Pedro Sánchez asesora a los líderes mundiales.

Allí se va a hablar de algo importante: el cambio de clima, que los catetos en funciones de nuestro gobierno han confundido con la guerra al motor diésel y a la gasolina. Pues bien, los catetos, incluida la ministra Teresa Ribera, o son ignorantes o mienten, porque los vehículo impulsados por Gas Natural contaminan más que los motores de diésel y gasolina. La promotora de que descendieran drásticamente las ventas de automóviles antes del verano, o no lee los informes o no le importan.

En primer lugar el nombre de Gas Natural es un pleonasmo. Porque el gas es natural, claro. Y el carbón, también es natural. Y el petróleo es tan natural como el agua o las piedras. Lo que no es natural es el refino que lo convierte en gasolina, o el procedimiento para extraer el metano del gas. Gas Natural, claro. Tan natural como la sal o el mercurio. No sabemos si nuestro representante en funciones en Naciones Unidas defenderá esta catetada de ignorantes, como si el diésel fuera el infierno y el gas el cielo, o hará un canto lírico a las baterías eléctricas, cuya construcción contaminan una barbaridad, de la misma manera que la electricidad puede proceder de industrias térmicas que queman carbón. Carbón natural, por supuesto. Tan natural como el hierro y el azufre.

Esto del cambio de clima es bastante más complejo de lo que cabe en el cerebro de un político, acostumbrado a eslóganes electorales. Estoy convencido de que envenenamos el aire, pero tengo dudas de que el cambio climático se deba exclusivamente a ello, porque venimos de una glaciación donde el hombre sobrevivió por no ser vegano, y los termómetros comenzaron a aumentar, sin que existieran ni automóviles, ni fundiciones, ni calderas de calefacción.

Hay que luchar, pero no a tontas y a locas, o siguiendo las consignas de una adolescente que tendría que estar, a estas horas, y ya en otoño,  estudiando en clase. Pero puede que estemos en el otoño de una civilización, en la que los investigadores son mucho menos importantes que los políticos, y los sabios saben cobran menos que los futbolistas.