"La impresión que causó la escena entre Donald Trump y Sánchez fue un poco como ver a un león divirtiéndose con un perrete"
Jorge Bustos analiza el momento en el que se encontraron los presidentes de España y de Estados Unidos en la ciudad egipcia donde se firmó la paz de Gaza
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Para 20 familias israelíes amanece hoy el día más hermoso de sus vidas. Porque esta mañana a la mesa del desayuno, después de 738 días de privación, se sentará al fin el padre, el hermano, el hijo, el marido añorado angustiosamente cada día, cada hora, cada minuto. Los 20 supervivientes que quedaban en manos de Hamás, que fue quien empezó esta guerra, no lo olvidemos, fueron devueltos ayer a sus familias como establecía el acuerdo de paz. Este día de la liberación será recordado por todo el pueblo judío, no solo por las familias de los rehenes. Si un mes de octubre trajo el espanto, otro mes de octubre ha traído el júbilo dos años después. Y las escenas de reencuentro que han dado la vuelta al mundo causan verdadera emoción en cualquier persona de buena voluntad que las vea. Son realmente emocionantes, sea cual sea tu patria, tu raza, tu religión y espero que también tu ideología.
También fue un día feliz para las familias de los 250 presos palestinos que cumplían cadena perpetua por haber atentado contra Israel. Y además fueron liberados 1718 gazatíes detenidos a raíz del ataque terrorista del 7 de octubre. Y algo muy importante, la ayuda humanitaria ha comenzado a fluir sin restricciones hacia el interior de la franja, mientras el ejército hebreo se repliega en cumplimiento de lo estipulado por el plan Trump. Con razón, con razón no había ayer hombre más satisfecho sobre la faz de la Tierra que el presidente de Estados Unidos. Yo creo que hasta le brillaba más el tupé, parecía más dorado que nunca. Lanzaba como destellos de satisfacción.
Fue recibido por el parlamento israelí casi como un patriarca del Antiguo Testamento. Solo que en vez de los 10 mandamientos de las tablas de la ley, él venía con el doble, con 20 puntos del acuerdo. Ese acuerdo de paz que hasta ahora ha obrado un milagro o varios. El milagro del alto del fuego, el de la devolución de los rehenes, el de la entrada de ayuda humanitaria. Es verdad que hubo dos diputados comunistas, comunistas tenían que ser, que dieron la nota intentando boicotear el discurso ayer de Trump en el Parlamento Israelí hasta que fueron higiénicamente desalojados de la cámara. Pero el ambiente no pudo ser más jabonoso con el inquilino de la Casa Blanca. Pidieron el Nobel para él, tanto Netanyahu como el jefe de la oposición y Donald tuvo el detallazo de pedir a cambio el indulto para los problemas de corrupción de su amigo Bibi.
Los pasos tras el acuerdo en Gaza
Hoy a Trump se le rinde incluso la prensa progresista estadounidense con alguna reserva, pero se le rinde. Le conceden el mérito de un triunfo histórico. Ahora, yo no sé si estamos al principio de un amanecer histórico en Oriente próximo, ni si realmente la era del terror y de la muerte han terminado. Ojalá que aguante. Nos gustaría ser tan optimistas como Donald Trump, pero no podemos cerrar los ojos a los muchos problemas que se presentan ahora. Empezando por el primero: ¿cuándo entregará Hamás los restos mortales de los 28 rehenes fallecidos durante su largo cautiverio? Porque ayer solo entregaron cuatro cuerpos identificables y mientras esa herida del duelo no se cierre, será difícil abordar los siguientes pasos del plan. Y los pasos siguientes son todavía más complejos que los primeros, porque implican el desarme voluntario de Hamás, que está guerreando contra clanes terroristas rivales por el control del territorio gazatí.
El diseño de un gobierno de transición liderado por tecnócratas palestinos. Esto parecería un oxímoron, tecnócrata palestino, casi como checheno sobrio. El programa de reconstrucción de la propia franja de Gaza. Hay que ser muy optimistas para pensar que todo esto saldrá bien, pero al menos existe un compromiso en la región que trasciende al propio Trump y su carácter más bien tornadizo. Me refiero a los países que están empujando discretamente, mientras todo el mérito se lo lleva a Trump, para que el conflicto palestino deje de condicionar el futuro de todo el mundo árabe, al menos del más desarrollado. Países como Egipto, como Qatar, como Turquía, ojalá que tengan la fuerza y la constancia necesarias para desactivar la amenaza iraní, que en algún momento querrá resucitar la guerra y patrocinar nuevas acciones terroristas.
Pedro en Egipto
¿Y España, qué? Pues España, bien, gracias. Ahí estaba Pedro, eh, recién escapado de los corrillos con periodistas del 12 de octubre y recién aterrizado en la ciudad egipcia de de Sharm el-Seij junto con otra veintena de mandatarios, algunos igual de relevantes que él para la firma destapada y me refiero al indonesio, al azerbaiano, al armenio, al pakistaní, al chipriota y otros por el estilo. Pero ahí estaba también Napoleontxu Albares, el lince de la diplomacia, el par de anteojos más clarividente del hemisferio norte, presumiendo del papel de España la consecución de la paz.
Pero ministro, por el amor de Dios, tápese un poco, que si algún papel hemos tenido es el de obstáculo a la paz. Si nosotros estábamos aprobando embargos a Israel y escoltando flotillas de instagramers. Si parte del gobierno iba con Hamás. Bueno, ni siquiera porque Sumar y compañía son más hamasistas que Hamás, porque jamás al fin y al cabo ha sellado un acuerdo. Un acuerdo que Yolanda Díaz considera una farsa.
¿Cómo será la cosa que el papel de Pedro en la cumbre de Egipto quedó reducido ayer al de pareja cómica puntual de Trump? Habrás visto la escena, está Trump en el centro de la tarima roja en plan besamanos recibiendo el agasajo sucesivo de todos los mandatarios, como a él le gusta, y llega el turno de Pedro, le da la mano forzando la sonrisa y Donald se la estrecha y tira hacia él para vacilarle un poquito y el otro le ríe la gracia claro, ¿qué va a hacer? Que una cosa es lo que se suelta en un meeting de pueblo y otra llamar fascista a la cara al presidente de Estados Unidos. Pero claro, si algún fan sanchista esperaba una confrontación planetaria entre el líder de la Internacional Ultra y su némesis progresista española, pues se habrá llevado un chasco, claro. Y encima Trump le instó luego en público a seguir trabajando para aumentar el gasto en defensa, pero todo de buen rollo. Ayer Donald tenía el día alegre, claro. Ahora, la impresión que causó la escena fue un poco como ver a un león divirtiéndose con un perrete.
Problemas judiciales en España
Pero todo lo bueno termina y Pedro no puede pasarse todo el día en el avión. Claro, tiene que volver a España de vez en cuando, al menos, a fingir que gobierna. Hoy, por ejemplo, hay Consejo de Ministros y hay noticias de tribunales. Por ejemplo, el juez Peinado ha decidido alargar medio año más la investigación sobre Begoña Gómez después del aval de la audiencia y Ábalos ha roto con su abogado en vísperas de declarar ante el Supremo. ¿Por qué? Porque está aterrorizado con la idea de acabar en el trullo pasado mañana.
Y hay más noticias. El Supremo ha descartado que la Fiscalía Europea asuma parte del caso Koldo y, además, señala en su resolución que las obras públicas bajo sospecha, en este caso en el caso Koldo-Ábalos-Cerdán suman más de 600 millones de euros. Recuerdo que la moción de censura que desalojó al PP era por 200.000 euretes en Majadahonda y Boadilla, creo recordar. Estamos hablando de 600 millones de euros, según el juez Leopoldo Puente del Tribunal Supremo, que además dice que en torno a esas obras públicas se habrían constituido dos organizaciones criminales distintas, no una, dos.
Este es el triste panorama que aguarda a Pedro en España. ¿Cómo no vamos a entender que se dedique a pegar espantadas o que esté deseando subirse al avión con cualquier excusa? Aunque sea, para servir de juguete a Donald Trump.