"Ya no solo Ábalos tiene miedo, también el partido y el gobierno entero por lo que pueda contar el compañero José Luis, que tantas confidencias mantuvo con Pedro"

Jorge Bustos analiza las amenazas los dardos en redes sociales del exministro a los que fueron sus compañeros de gobierno

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 Toca reformular el dicho: cuatro jueves hay en el año que relucen más que el sol. Jueves santo, Corpus Christi, el día de la ascensión y el día en que Koldo y Ábalos quizás acaben en prisión. Dentro de 4 horas, exactamente a las 10 de esta mañana está citado José Luis Ábalos Meco en el Tribunal Supremo. 2 horas y media después, a las 14:30, está citado su todopoderoso asesor, Koldo García. Bueno, a Coldo el juez le dio esta demora para dar tiempo a su abogado a asistir a la declaración de Víctor de Aldama en la Audiencia Nacional, que para los que no conozcan esa zona de Madrid está justo enfrente del Tribunal Supremo cruzando la plaza de la Villa de París. 

Así que en ese jardinado rectángulo del barrio de Chamberí se escribe hoy, esta mañana un capítulo clave en la historia particular de la corrupción sanchista. Hemos repetido a menudo que Pedro Sánchez es el presidente de las primeras veces y todas malas. Pues bien, si la semana pasada por primera vez en democracia un fiscal general fue condenado sin haber dejado de ser fiscal general, hoy un diputado que lo fue todo para Sánchez puede entrar en prisión sin dejar de ser diputado. No hay precedentes de eso. Porque hasta ahora, todos los parlamentarios tenían la vergüenza torera de dimitir antes de entrar en el trullo.

Por cierto, si el diputado Ábalos Meco ingresa hoy en prisión, el Congreso pasará a constar de 349 diputados. Si el gobierno ya tenía pocas probabilidades de ganar votaciones después de la ruptura con Junts, ahora tiene aún menos. Hoy, de hecho, encajará una derrota parlamentaria especialmente dura, porque es la votación del techo de gasto, que es el paso previo, a unos presupuestos que nunca tendremos. Y solo por eso, cualquier gobierno europeo cuando le tumban un techo de gasto, unos presupuestos, disolvería las cámaras y convocaría elecciones. Pero por desgracia, me temo que tenemos un gobierno más caribeño que europeo.

 Los mensajes sicilianos de Ábalos  

Ahora, volviendo a José Luis Ábalos, él es mucho más que un mero diputado. Se marchó al grupo mixto cuando el Partido Socialista, su partido de toda la vida, lo expulsó para intentar poner un cortafuegos que salvase al presidente Sánchez de su responsabilidad política. Pero eso es imposible porque la banda del Peugeot es inseparable. Demasiada cercanía, demasiados kilómetros recorridos juntos, demasiado poder amasado en Ferraz, dos secretarios de organización, los dos hombres fuertes de la vida política del presidente. Porque si Santos Cerdán fue el arquitecto de las investiduras de Sánchez gracias a sus pactos con Bildu y con Junts, Ábalos fue el constructor del primer sanchismo, el que ganó las primarias subido al Peugeot y el que ganó la moción de censura prometiendo regeneración.

Así que que toda la carrera política de Pedro Sánchez se funda sobre su confianza en estos dos presuntos delincuentes que tienen reservada celda ya en Soto del Real. Santos ya la ha catado y con total seguridad volverá a ella después del juicio. Y Ábalos puede estrenarla esta misma tarde. No será tan divertida como el parador de Teruel, pero igual le brinda la ocasión de descubrir las bondades de la espiritualidad, del ascetismo, de la abstinencia. No parece, sin embargo, que don José Luis vea la cárcel como una oportunidad para el crecimiento interior. De hecho, la ve con tal pánico que ayer cogió el móvil y empezó a disparar.

Primero contra Sánchez, afirmando que su reunión clandestina con Otegi y Cerdán para negociar la moción de censura contra Rajoy en 2018 que que desveló El Español es cierta, según fuentes presenciales que se la confirmaron a él personalmente. Esas fuentes solo pueden ser tres. Otegui, Pedro Sánchez o el propio Koldo, que era el conductor del Toyota que los llevó hasta el caserío. Pero es que después el twittero Ábalos cargó contra Yolanda Díaz.

No le gustó nada al exministro que su antigua compañera de gabinete lo llamara golfo o presunto golfo. Así que se vengó. Se vengó acusándola de hacer un uso irregular de la vivienda oficial durante la pandemia. Te voy a leer el último párrafo de un tweet que lleva bala. “Ya que nos ponemos tan estupendos”, le dice Ábalos a Yolanda, “quizás usted nos debería aclarar si la vivienda asignada para los ministros y sus familias podía ser usada por otras personas sin derecho a ello”. Eso duele. Después de encajar algo así de un compañero de gobierno, como mínimo se te quitan las ganas de llamarlo riquiño, como mínimo.

A ver, yo no sé si la acusación de Ábalos contra Yolanda es cierta. Supongo que hasta ahora ya hay muchos sabuesos, compañeros periodistas que están tras esa. Así que lo sabremos pronto. Pero en todo caso esos mensajes mandan una advertencia siciliana al gobierno de coalición porque además va dirigido los dos tweets, uno a cada líder de la coalición, la líder del PSOE, Pedro, su examigo, y a Yolanda, la todavía líderesa de sumar. Y esa advertencia siciliana dice, "Sé cosas y voy a empezar a contarlas".

Recuerda que hasta ahora Ábalos había optado por el silencio, ¿por qué? Porque tenía la esperanza de recibir al menos un trato parecido al que ha recibido Álvaro García Ortiz, que ha sido despedido poco menos que como mártir del socialismo y ya se apresta Sánchez a llevar su caso al constitucional de Cándido para exonerarle allí. Pero parece que don José Luis no merece el mismo trato. Él mismo ha perdido esa esperanza y se le ha soltado la lengua. Ya se sabe que Soto del Real es ese pueblo mágico de la Sierra Madrileña que refresca la memoria y desata las gargantas.

 La vistilla en el Supremo  

Y Aldama acude a la audiencia con muchas ganas de seguir colaborando y tiene material nuevo. ¿Por qué? Pues porque el juez le ha entregado una copia de los iPhone 15 y 13 Pro que le intervino la UCO de la Guardia Civil. Aldama llevaba meses pidiendo que le permitieran acceder a los discos duros de sus terminales para poder rescatar documentos y mensajes inéditos sobre la trama de material sanitario y de obra pública vinculada al PSOE. Así que si yo fuera en estos momentos el ministro Ángel Víctor Torres, o la presidenta del Congreso Francina Armengol, ambos presidentes de sus respectivos archipiélagos cuando sus gobiernos contrataron con la trama de las mascarillas, hoy estaría un poquito más nervioso que ayer.

Pero el plato fuerte de este jueves se sirve en el Supremo porque la vistilla programada allí para esta mañana, el juez Leopoldo Puente debe decidir si endurece las medidas cautelares para Ábalos y Koldo a petición de las partes personadas en la acusación. Vamos a recordar que la Fiscalía Anticorrupción pide 24 años de cárcel para el exministro y 19 para el asesor. Y las acusaciones particulares piden todavía más pena. Hasta ahora el fiscal y el juez, o sea, Alejandro Luzón y Leopoldo Puente, se habían conformado con retirarles el pasaporte, obligarles a comparecer periódicamente en el tribunal, en fin, no salir del país y estas cosas. Pero en este tipo de casos, con peticiones tan altas de cárcel y ante la fundada sospecha de que estos dos guardan grandes cantidades de pasta en el extranjero, el riesgo de fuga suele persuadir ir al juez de la conveniencia de enviar al imputado a prisión provisional y Ábalos lo sabe y por eso respondió a una reportera de Antena 3 asegurando que “sí” tiene miedo a entrar en prisión.

Fíjate lo que tarda en contestar, hay un silencio que se hace larguísimo con el ruido de los coches de fondo, como si al hombre que tuvo todo el poder en el peso en el gobierno de Sánchez se le estuviera pasando por la cabeza la imagen de unos barrotes y de una celda. Y después de esos segundos pronuncia esa sílaba casi inaudible, temblorosa. “¿Tiene miedo? Sí”. Pero ahora ya no solo Ábalos tiene miedo, tiene miedo el partido y tiene miedo el gobierno entero. Por lo que pueda contar el compañero José Luis que tantas confidencias mantuvo con Pedro. Pero también por esa investigación sobre la financiación socialista que avanza en la Audiencia Nacional, que acaba de darle 10 días al PSOE para que entregue toda la relación de pagos en metálico entre el 2017 y 2024, o sea, el sanchismo. Desde luego, esto no es lo que nos prometieron en aquel mayo de 2018, cuando aquel orador valenciano subió a la tribuna a defender un proyecto de regeneración para España.

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