Antonio Agredano y esas palabras que a uno le gustan: "Siempre son un refugio contra las modas y que reconfortan lentamente pronunciadas"

El cronista de Herrera en COPE habla de esas palabras que gustan a nuestros Fósforos y las utilizan siempre que pueden.

Redacción Herrera en COPE

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Zarzamora, cenutrio, transversal... hoy en Herrera en COPE los Fósforos han hablado de esas palabras que utilizan porque les suenan bien. Antonio Agredano pone voz y letra al tema del día.

PALABRAS

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La política está llena de expresiones que detesto. Por ejemplo: «Voy a dejarme la piel». Cuando usted escuche a un político diciéndolo, póngase a salvo. Te dejas la piel cuando no sabes qué hacer, ni hacia dónde dirigirte, ni sabes si vas a ser capaz o no de solucionar el problema que los medios publican y la ciudadanía reclama. 

Te dejas la piel cuando no tienes otra cosa que ofrecer. Las palabras son así. Tienen esa magia turbia de hacernos creer lo que sabemos imposible. El lenguaje nunca es inocente. El lenguaje te hace transparente. No hace falta desollarse, con un poco de trabajo y honestidad sería suficiente.

También se dice ahora mucho «tolerancia cero», como un lema ridículo y rotundo. Como si esa frase pudiera taponar la fuga de agua que está hundiendo el barco. Como si esa frase pudiera tapar las miserias de cada uno. La política está llena de implementaciones, resiliencias, sostenibilidades, puestas en valor, y poniendo a las personas en el centro. Espacios neutros, aburridos y lejos, muy lejos, de la emoción y de la gente.

Creo que mi palabra preferida es amapola. Suena como una burbuja que de repente exhalas. Es una palabra roja y frágil. Como la propia flor. Siempre agitada por el viento, siempre en las cunetas, como la vida. Bella y orillada. Tan fugaz, pero tan viva y vistosa en el paisaje.

No hay palabras inocentes. No hay palabras que aniden por casualidad en nuestro lenguaje. Cada vez digo más palabrotas. No puedo reprimirlas delante de mis hijos y ellos me riñen, como de niño me reñía mi madre. «Papá, eso no se dice», y me disculpo. Pero a veces necesito usar la ordinariez para encauzar mis enfados y mis frustraciones. Mis pequeños lo entenderán algún día. Hay palabras que son tan vulgares como terapéuticas.

No entiendo a la gente que usa «la cual», cuando pretende escribir bien. Es prueba de haber leído poco. Reconozco que no puedo evitar algunos anglicismos horribles como outfit, spoiler o win-win.

Pero cuando me pongo muy estupendo, cuando siento que he soltado las riendas de mi propio lenguaje, me refugio en amapola. En efímero. En pupila. En bobada. Esas palabras que siempre son un refugio contra las modas y que reconfortan lentamente pronunciadas.