Ramón Larramendi, el explorador que desafió los confines del planeta: “Quien tiene prisa en el Ártico, tiene prisa por morir”

El explorador polar ha compartido en Herrera en COPE una vida de gestas extremas, conexión con la naturaleza y aprendizajes vitales forjados entre hielos, trineos y soledad.

Redacción Herrera en COPE

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Ramón Larramendi no es un aventurero al uso. Ha recorrido más de 40.000 kilómetros por el Ártico, la Antártida y otros confines del planeta, abriendo rutas donde “nunca antes nadie se había atrevido”. Pero más allá de las hazañas, Larramendi ha descubierto una verdad más profunda: “quien tiene prisa en el Ártico, tiene prisa por morir”.

En su entrevista con Sofía Buera en Herrera en COPE, el madrileño ha confesado estar “enganchado al Ártico y a Groenlandia”, un lugar que le ofrece “una naturaleza pura, majestuosa, absolutamente abrumadora”. Desde niño, una enciclopedia olvidada le despertó el interés por los polos. “Me llamaba y lo releía constantemente, sin televisión, fue mi vía de imaginación”.

Ramón Larramendi junto a Sofía Buera en Herrera en COPE

Su historia dio un giro con una gesta sin precedentes: una expedición de tres años y 14.000 km desde el sur de Groenlandia hasta Alaska. “Fue como irse a otro planeta dentro del nuestro, sin GPS, sin teléfono satélite... lo que vivimos ya no se podrá repetir”, ha recordado con emoción, reviviendo incluso un episodio límite donde su compañero Manuel Olivera estuvo al borde de la muerte.

Larramendi rindió homenaje al pueblo inuit, del que se considera “un poquitín inuit”. “Son gente alegre, con una profunda conexión con la naturaleza y su comunidad”, ha explicado. También ha evocado la figura de su madre, a la que definió como “una cazadora esquimal”, por su sabiduría y fortaleza ante la vida.

Preguntado por Groenlandia hoy, Larramendi ha lamentado su creciente atención geopolítica: “Me atraía precisamente porque era un lugar al margen. Ahora, con la militarización y la fiebre por las tierras raras, ha cambiado mucho”.

Sobre su célebre invento, el Trineo del Viento —una especie de barco de vela para navegar por el hielo—, ha explicado: “La clave fue unir tecnología con tradición inuit. Nadie antes había conseguido que funcionase así”.

Por último, cuando le propusieron un viaje al espacio, Larramendi ha sido claro: “No lo descarto, pero seguro que lo único que haría sería echar de menos la Tierra”.

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