El milagro de la ostra
Las ostras, el filtro natural que podría salvar al Mar Menor
Durante décadas, el Mar Menor ha sido un símbolo de belleza y desastre. Hoy, su salvación podría venir de una criatura tan pequeña como poderosa: la ostra. Los científicos españoles han comenzado a sembrarlas en sus aguas para que, con su silencioso trabajo de filtrado, ayuden a devolverle la vida a la laguna.
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El Mar Menor, la mayor laguna salada de España, agoniza desde hace décadas. La presión agrícola, urbanística y ganadera lo ha llevado al borde del colapso. Sin embargo, un grupo de investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO) cree haber encontrado un aliado inesperado para su recuperación: las ostras.
“La ostra es parte de la ayuda, no la solución total. Pero puede ser una pieza importante del puzzle para recuperar el Mar Menor”, explica Sebas Hernández, investigador del IEO y uno de los responsables del proyecto.
Desde 2016, el Mar Menor sufre un grave proceso de eutrofización —un exceso de nutrientes y contaminantes— que ha convertido sus aguas en lo que los vecinos llaman “sopa verde”. Los episodios de turbidez, la proliferación de microalgas y la desaparición de especies autóctonas son señales evidentes de un ecosistema al límite.
“Durante años hemos sometido al Mar Menor a una presión enorme: agrícola, ganadera y urbanística. Es un ecosistema resiliente, pero ha dicho basta”, resume Hernández.
El experimento: 55.000 ostras en 10 metros cuadrados
El equipo del IEO ha desarrollado un proyecto piloto en un área de apenas 10 metros cuadrados, donde se han sembrado 55.000 ostras planas (Ostrea edulis), una especie nativa europea actualmente en peligro. “No es la ostra perlífera ni la japonesa que se suele comercializar; es nuestra ostra autóctona, que además ha desaparecido de muchos mares europeos”, detalla el investigador.
El objetivo es comprobar cómo estos bivalvos filtradores pueden contribuir a limpiar el agua. “Las ostras tienen una enorme capacidad natural de filtrado. En cada proceso de alimentación eliminan partículas y nutrientes del agua, ayudando a mejorar su calidad”, añade Hernández.
Una de las claves del proyecto es que se trabaja con ejemplares autóctonos del propio Mar Menor. “Evitar introducir especies externas era fundamental. Hemos reproducido en cautividad las ostras que aún quedaban en la laguna, adaptadas a sus condiciones únicas”, explica el científico.
Ostras del propio Mar Menor
Aunque el experimento es aún pequeño, los investigadores confían en que este primer arrecife sirva como ejemplo para futuros proyectos de restauración. “Es una prueba de concepto. Queremos demostrar que la naturaleza tiene mecanismos que, si se entienden bien, pueden ayudarnos a reparar el daño que hemos causado”, concluye Hernández.
Mientras tanto, el Mar Menor sigue siendo símbolo de las contradicciones del desarrollo español: un paraíso natural herido, pero no vencido, que podría encontrar en la humilde ostra una segunda oportunidad.