Un misionero español revive 'La Misión': halla en el Amazonas una tribu que reza en latín
"Soy dramáticamente feliz". El sacerdote Julián de la Morena narra en 'Fin de Semana' sus 33 años de experiencias, desde asistir a un parto en Haití hasta su encuentro con José Mújica
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La vida de un misionero puede superar cualquier guion de cine. Así lo demuestra la trayectoria de Julián de la Morena, un sacerdote español con 31 años de sacerdocio y 33 de misionero a sus espaldas. En el programa 'Fin de Semana' de COPE, su amiga, la periodista Cristina López Schlichting, ha compartido las increíbles historias que De la Morena ha vivido recorriendo Iberoamérica, desde México hasta Brasil y Paraguay.
Entre sus experiencias más impactantes se encuentra haber asistido en un parto en Haití tras el devastador terremoto. "El médico no llegaba, llegó una chica que necesitaba dar a luz y era el único disponible además de la monja", ha relatado. El niño nació en el suelo, por deseo de la madre, un 12 de octubre, el mismo día que Colón llegó a esas tierras.
Una misión en la montaña más antigua del mundo
Una de las vivencias más extraordinarias del misionero, que recuerda a la película 'La Misión', tuvo lugar en el Monte Roraima, una meseta montañosa situada en la frontera entre Brasil, Venezuela y la Guayana Inglesa. Considerada la montaña más antigua del mundo, su acceso requiere una caminata de tres días por la sabana venezolana, acompañado por guías indígenas locales.
Durante la expedición, Julián de la Morena decidió celebrar misa en la cima, sobre una piedra de cristal de cuarzo. Pensando que sus acompañantes, de la etnia de los pemones, no eran cristianos, su sorpresa fue mayúscula cuando, tras la comunión, se arrodillaron y se pusieron a cantar en latín con una entonación perfecta.
Los guías le explicaron que eran la segunda o tercera generación de cristianos, evangelizados a principios del siglo XX por monjes benedictinos. Hacía años que no veían a un sacerdote, pero supieron que De la Morena lo era porque "no tenía mujer" y le vieron "rezar a la Virgen" y celebrar la Eucaristía, elementos que los distinguían de los grupos evangélicos de la zona.
Al día siguiente, los catorce guías le pidieron confesarse. El sacerdote ha destacado la profunda conciencia de fe que demostraron: "Confesaban mejor que los católicos normales, sabían muy bien lo que era confesarse, tenían el dolor del mal que uno hace". Esta fe se había transmitido de padres a hijos, a pesar de la ausencia de sacerdotes.
Conmovido, De la Morena aceptó acompañarles a su poblado, que estaba a varios días de distancia. Tras dejar a su grupo y caminar toda la noche junto a Teodoro, el guía principal, llegó al amanecer. Allí le esperaba una fila enorme de gente vestida de domingo para poder confesarse después de muchos años.
La barrera del idioma no fue un impedimento. Aunque muchas de las mujeres solo hablaban pemón, su arrepentimiento era evidente. "Veía que lloraban", ha explicado el misionero, que les impartió la absolución en latín, lengua que sí entendían, mientras él mismo hacía la penitencia por ellas.
El misterio de los monjes benedictinos
La historia de los benedictinos, que a Julián de la Morena le parecía inverosímil, encontró su confirmación años más tarde en Brasil. Una monja benedictina encontró un libro que documentaba cómo, en torno a 1910, un grupo de monjes evangelizó la zona de Roraima y murieron todos de malaria, demostrando la precisión histórica absoluta de la memoria oral de los pemones.
Su vida misionera también le ha llevado a encontrarse con personalidades como José 'Pepe' Mújica, expresidente de Uruguay. En una conversación en el palacio presidencial, De la Morena le preguntó qué había aprendido tras sus ocho años en un calabozo en solitario. La respuesta de Mújica fue contundente: "He aprendido que somos todos especie humana", reconociendo que la simple voz de su carcelero era un alivio en la más absoluta soledad.
Mújica, quien declaró "no tengo fe todavía" con dolor, expresó su profunda admiración por el Papa Francisco. "Es un hombre de la providencia que este hombre pueda decir lo que dice", afirmó, asegurando que le escuchaba como la persona con más autoridad en este momento de la historia.
Una felicidad dramática
Tras 33 años de una vida de película, Julián de la Morena se define como "dramáticamente feliz". Actualmente, dirige la delegación episcopal de Cáritas en la diócesis de Getafe. Para él, la felicidad es un regalo que se encuentra en un mundo "muy bello, por más que tenga problemas", una felicidad profunda que se puede hallar en las cosas más sencillas.
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