El testimonio de Salvador Romano, un misionero que entregó su vida en África

Salvador Romano ha servido como misionero Javierano en el Chad, y falleció el pasado 23 de mayo

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En el programa “Misioneros por el Mundo”, de Trece televisión, Salvador Romano se refería al Chad, donde entonces ejercía la misión, diciendo que ese era ya su pueblo, y señalando un pequeño cementerio dijo que allí, “si Dios quiere, esperaré la resurrección junto con mis cristianos”. Había nacido en SantFeliu de Codines, diócesis de Vic, hace 74 años.Ingresó en la orden de los Misioneros Javerianos y su primer destino fue Burundi, dedonde los misioneros fueron expulsados en 1979.

Entonces sus superiores le enviaron a la diócesis de Pala, en Chad. De aquella época guardaba bellísimos recuerdos: fue una experiencia de primer anuncio, en una hermosa labor de transmisión oral del Evangelio en medio de la etnia mouseye. Al llegar había 300 cristianos, actualmente hay cerca de 6.300. Además se abrieron escuelas y se crearon dos dispensarios. Estaba especialmente contento de la creación de cooperativas agrícolas y cajas de ahorros para los agricultores, que ayudaron muchísimo a esa población.

Del año 1992 al 2001 ejerció como provincial de los javerianos en España, pero nuevamente volvió a Chad. El obispo le nombró ecónomo de la diócesis y responsable de un centro contra el Sida en la diócesis de Pala, aunque él quería ser tan solo un “sencillo peón”. Aquí en COPE nos ofreció también su testimonio y nos habló de su trabajo como ecónomo de una diócesis en uno de los países más pobres del mundo.

Era una ardua labor para financiar escuelas, el centro de lucha contra el sida, mantener a los sacerdotes, ayudar a las hermanas misioneras provenientes de otros países de África… todo generaba deudas, pero él lo afrontaba con alegría y mucha confianza en Dios. Debido a sus problemas de corazón, desde septiembre de 2019 se encontraba en la comunidad de Filosofía de Bafoussam, Camerún, como padre espiritual, y ha sido allí donde le ha llamado el Señor el pasado sábado 23 de mayo. La Iglesia se mantiene en el tiempo por la vida de hombres y mujeres como Salvador, vidas totalmente cambiadas por Cristo y dedicadas a anunciarle en cualquier lugar y en cualquier tarea, hasta el final.