Los “curas villeros” de Buenos Aires advierten que la pandemia de la droga es más duradera y letal que el COVI

Los argentinos quieren que se reconozca la otra pandemia

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La Asamblea de la Iglesia Latinoamericana en Aparecida, en 2007, ya definió el drama del consumo de drogas como una pandemia que “es como una mancha de aceite que invade todo”. Ahora, un documento preparado con vistas a la 1ª Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe que tendrá lugar del 21 al 28 de noviembre en México, afirma que la droga es una de las pandemias de América Latina que provoca “desgarro, desesperación, impotencia y desamparo”. De eso están convencidos quienes hacen frente sobre el terreno a esta vieja pandemia, cuyo punto de referencia es el movimiento de los Hogares de Cristo de Argentina, nacidos de la experiencia de los curas villeros, los sacerdotes que viven en las villas miseria de Buenos Aires y su periferia.

El periodista Alver Metalli, muy cercano a su experiencia, cuenta que estos sacerdotes han preparado un documento para llamar la atención de la próxima Asamblea eclesial sobre la problemática de la drogodependencia, en el que se refieren a la droga como “un obstáculo para el desarrollo integral”. Consideran que las adicciones son una herida abierta que requiere una inteligencia cada vez más penetrante de la realidad y esfuerzos aún mayores que los desplegados hasta el momento.

El documento lamenta que durante el largo tiempo de la cuarentena (que todavía no ha terminado en Argentina) muchos jóvenes hayan quedado abandonados “a la intemperie no solo física sino también existencial”, ya que muchas instituciones como los clubes de barrio, los colegios e incluso las capillas siguen cerradas en este prolongado confinamiento. El documento también señala los peligros de la liberalización de la marihuana, que se está imponiendo en casi todo el continente, paradójicamente favorecido por la pandemia, advirtiendo que no se deben minimizar los riesgos de su uso.

Lo que señalan los curas villeros es que la pandemia del COVID pasará con su estela de muertos, pero la droga permanecerá, es más longeva que el coronavirus y más letal. Por eso proponen que “en cada barrio popular de nuestra América se vivan las 3 C”, una fórmula que abarca capillas, clubes y colegios, los lugares característicos del paisaje de los barrios populares y las villas de Argentina donde transcurre la vida de los jóvenes, y la intervención preventiva resulta más eficaz.