Así es vivir entre bombas y misiles: el duro testimonio del párroco de Gaza

El Padre Romanelli afirma que los jóvenes tratan de marcharse de Gaza después de que el conflicto entre Israel y Palestina alcance unos niveles de violencia desconocidos desde 2014

Tiempo de lectura: 2' Actualizado 12:26

Mientras se escucha el fragor de las explosiones, el párroco de la ciudad de Gaza, Gabriel Romanelli, describe la situación a Vatican News. Acaba de celebrar la misa en el convento de las Hermanas del Rosario, que ha resultado dañado por los ataques, aunque no ha habido daños ni entre las religiosas ni entre los niños de la escuela.

La gente sale sólo para las necesidades urgentes, porque hay bombardeos durante todo el día, y la lista de las víctimas necesita ser continuamente actualizada. El padre Gabriel se detiene en la tragedia de los niños que han fallecido, una de las atrocidades de esta guerra. Cuando le preguntan cómo es posible vivir una circunstancia como esta responde que “lo que no se puede cambiar, hay que soportarlo con paciencia; eso no significa que uno esté tranquilo, muchas veces, ante las explosiones, tienes palpitaciones y te pones a llorar, pero eso es normal”.

A lo largo del día trata de contactar con todos los grupos de la parroquia: los niños, los adolescentes, los jóvenes, los catequistas, los scouts y los monaguillos... La comunidad católica es pequeña y está fuertemente unida, pero también mantienen contactos con otros cristianos y también con profesores y trabajadores musulmanes en la parroquia y en las escuelas. Después del encierro por el coronavirus, cuando se habían abierto los establecimientos y tenían la oportunidad de salir, han tenido que volver a casa por los bombardeos y los atentados. A todos trata de ofrecerles la luz del Evangelio, y los anima a no quedarse sólo con las noticias de este momento, sino también rezar y sobre todo vivir la caridad y la paciencia.

Con algo de amargura explica que, paradójicamente, durante el periodo del coronavirus reinó la paz, pero parece que ambas partes se han preparado para estos malos días. La gente asume que Gaza es un lugar de guerra, y por eso los jóvenes sólo piensan en marcharse. También observa que muchas personas, en cierto sentido, viven allí más serenamente que en otros lugares, porque ya han sido puestas muy a prueba. Por otro lado, concluye el padre Gabriel, la fe cristiana ayuda a superar todo esto, con la esperanza de que a través de estos males el Señor responderá a los deseos de una vida buena… Sostener esa fe es la tarea que le corresponde, mientras se escucha de fondo el sonido de las bombas.