¿Qué pasa con Feijóo?

El presidente de Galicia sabe que su tren ha pasado y él se ha quedado en tierra

NACHO GALLEGO

Redactora Jefa

Tiempo de lectura: 2' Actualizado 18:19

Feijóo está siendo la nota discordante en el PP. Su penúltima nota desafinada, es enfrentarse a la propuesta unificadora de Casado, negándose, de entrada, a un Galicia Suma. ¿Qué pasa con él? El pudo haber sido presidente del PP. Todos estaban de acuerdo y todos se lo pedían pero decidió dar un paso atrás.

 Feijóo es un tipo listo y sabía que ponerse al frente del PP cuando Rajoy acababa de salir de forma tan poco ortodoxa y con las llamaradas de la corrupción amenazando con quemar los cimientos del PP, sabía digo, que asumir la presidencia del partido era arriesgarse a quemarse y acabar hundiendo su carrera política y excusas convencionales aparte, seguramente por eso dijo no. 

Él, como muchos de nosotros, sin duda pensaría que quien asumiera el mando del PP, estaría muerto políticamente en un par de años así que, cuando las aguas estuvieran ya tranquilas, podría aceptar con ciertas garantías, la presidencia del partido, pero se equivocó Feijóo y nos equivocamos quienes pensábamos lo mismo y, además, veíamos a Casado como un chico con buenas intenciones, pero carente de fuerza. Sí, nos equivocamos y mucho. 

Casado está demostrando que sabe nadar entre aguas turbulentas, que donde algunos veían, veíamos, un líder temporal, ha surgido un líder de futuro, con capacidad de negociación, capaz de ceder para unir a todo el centro derecha, con sentido de Estado y con el entusiasmo y la fuerza de los que se crecen ante la adversidad. 

Con las cosas así, Feijóo sabe que su tren ha pasado y él se ha quedado en tierra. Por eso dice y hace esas cosas tan raras, porque tiene que defender con uñas y dientes su poderío en Galicia que será, seguramente, su techo. Y ¿qué ocurre en Galicia?. Pues ocurre que el PP es más que un partido. El PP en Galicia es una marca propia de calidad; allí en mi tierra, la gente no vota a la derecha, vota al PP de Fernández Albor y, sobre todo al PP de Fraga, porque Fraga con su manera de ser tan gallega, tan ruda en general y tan cuidadosamente respetuosa, cariñosa y cercana con sus paisanos con los que lo mismo compartía vino en una bodega de pueblo, que se apuntaba a un pulpo en la feria de la localidad o pedía permiso para compartir mesa y mantel en una boda, convirtió al partido en un elemento imprescindible en la cotidianidad de la mayoría de los gallegos. A esa cercanía, Fraga unió su eficacia, remando siempre a favor de Galicia hasta el punto de amenazar con coger él mismo un pico y una pala y ponerse manos a la obra para darle aire a las autovías gallegas que el gobierno socialista de entonces tenía olvidadas, por ejemplo. 

Eso y no a la derecha, es lo que votan la gran mayoría de los gallegos, por eso Ciudadanos tiene una representación simbólica allí, por eso VOX ni siquiera tiene representación, por eso los independentistas siguen estancados en unos pocos escaños autonómicos y los socialistas no consiguen meter cabeza. Feijóo lo sabe, por eso no quiere ni le interesa cambiar el nombre ni hacer experimentos como Galicia Suma. La única garantía que tiene él de seguir arrasando en Galicia, es mantenerse al socaire del muro infranqueable levantado por Fraga porque los gallegos no votan mayoritariamente a una tendencia ideológica sino a un marchamo de calidad y confianza que se llama PP.