La primera Encíclica del Papa Francisco sigue captando la atención informativa por su acento de renovación y su actualidad, tal como se ha demostrado en la presentación de este texto en la sede de la Conferencia Episcopal, a cargo de su Presidente, del obispo secretario y del obispo responsable de la Comisión Episcopal de la Doctrina de la fe.El cardenal Rouco Varela ha insistido en que esta Encíclica expresa de forma singular la continuidad de la tradición viva del magisterio pontificio y de la vida de la Iglesia, que no se interrumpe ni pierde la línea de fidelidad a lo largo de los siglos. Un texto que, en el Año de la fe, contiene una propuesta de vida cristiana para que el hombre de nuestro tiempo recupere plenamente la riqueza, amplitud y profundidad de su experiencia, comenzando por la dimensión básica de lo humano, que es el amor. Como ha apuntado el cardenal Rouco, era especialmente necesaria en este momento de la historia una Encíclica sobre la fe, que se manifiesta como amor y es la clave de una esperanza fiable. Una fe, como ha señalado monseñor González Montes, que proyecta luz sobre la paz social y el ejercicio humano de la justicia, al tiempo que nos recuerda que cuando Dios ha sido excluido de la vida humana, han imperado el vacío y los totalitarismos que traen consigo la barbarie.