En la alocución el Santo Padre ha hecho alusión al Espíritu que nos guía hasta la Verdad Plena tal y como explica Cristo a los discípulos en el Evangelio. Francisco ha vuelto a denunciar, como su antecesor Benedicto XVI, el relativismo que azota a nuestro tiempo. De la misma forma que Pilato no descubrió que la Verdad era Cristo y le tenía enfrente, también este mundo no encuentra a Jesús que es la Palabra hecha carne. El Papa ha recordado que el Espíritu es nuestro guía y el que nos hace descubrir a Jesús como Señor. El Pontífice ha destacado que la acción del Espíritu en nuestras vidas consiste en imprimir en el corazón el conoccimiento de Dios, que inscribe su Ley en nuestros corazones. De la misma forma ha dicho que si no nos dejamos iluminar por el Paráclito nuestra condición de creyentes se quedará en lo superficial. Así entramos en comunión con el Señor, realidad más profunda que un simple conocimiento. Esto nos tiene que impulsar a vivir nuestra condición de creyentes en el Año de la Fe porque no somos cristianos según el momento sino que debemos serlo y manifestarlo siempre.Por último ha invitado a poner los ojos en María, llena de Gracia y del Espíritu Santo, para que la acción de Dios penetre en nuestros corazones. Así como Ella meditaba todas las cosas y las guardaba en el corazón, los hombres debemos dejarnos impregnar por la Luz del Espíritu, el Único que puede cambiar de verdad nuestras vidas.Antes de finalizar, Francisco ha saludado a todos los peregrinos allí congregados, entre los que había, españoles, ingleses, italianos, o árabes, exhortando a abrirno a la Gracia del Espíritu, a imitación de María que dijo "Sí" a todos los designios que Dios había preparado en su vida, con total entrega y disponibilidad.