Abdul, joven refugiado que huyó de la guerra de Siria, ofrece su testimonio con la Fundación Lo Que De Verdad Importa: "Olíamos la muerte"

Reside en España con su mujer y sus hijos, y busca inspirar a los más jóvenes para que reflexionen sobre su propia vida

Carlos Molina

Bilbao - Publicado el - Actualizado

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La vida puede cambiar en un instante. También si eres apenas un adolescente, casi un niño. Le pasó hace una década a Abdul, un joven kurdo que fue encarcelado por el ISIS durante la guerra civil en Siria y que, tras escapar de la prisión, huyó junto a varios familiares a España, donde actualmente vive, trabaja, y ha formado una familia junto a su mujer y sus hijos.

Una dura, dramática experiencia, que comparte entre los jóvenes gracias a la Fundación Lo Que De Verdad Importa. Para que sepan que hay que dar gracias por lo que se tiene, y que en cualquier momento nuestras vidas pueden oscurecerse o, al revés, brillar de nuevo.

Y es que Abdul, a pesar de su juventud, lleva consigo la madurez de quien ha enfrentado lo inimaginable. En 2011, la guerra en Siria irrumpió en su vida, arrebatándole la normalidad de una adolescencia llena de sueños, amigos y estudios. "Tenía casa, familia, objetivos... y de repente, todo cambió", relata.

La guerra trajo pérdidas devastadoras: "Amigos que un día estaban y al siguiente, ya no", dice que dolor. Su historia es un recordatorio de las duras realidades que enfrentan muchas personas en contextos de conflicto, algo que, como él mismo subraya, sucede más a menudo de lo que imaginamos en Occidente.

 Un viaje marcado por el dolor y la esperanza  

Durante su adolescencia, Abdul fue encarcelado y presenció torturas a sus compañeros, una carga emocional que transformó su perspectiva de la vida. Sin embargo, su resiliencia es admirable. "Me considero joven de edad, pero maduro por dentro", asegura.

 A través de charlas organizadas con esta fundación, comparte su mensaje con miles de jóvenes, buscando inspirar al menos a uno de ellos para que reflexione sobre su propia vida. "Si logro que una persona se pregunte '¿qué estoy haciendo con mi vida?', ya es suficiente", afirma.

Su odisea para escapar de la guerra lo llevó a atravesar medio mundo. En una patera abarrotada, diseñada para 15 personas pero con más de 40 a bordo, Abdul, junto a su hermana y su sobrino de seis meses, enfrentó el temor constante a la muerte. "Olíamos la muerte", recuerda, describiendo el peligro de cruzar el Mediterráneo en una embarcación precaria dirigida por alguien sin experiencia, elegido al azar por las mafias. 

Su viaje continuó por Grecia, Macedonia, Serbia, Hungría, Austria... y finalmente Alemania, donde su hermano lo ayudó a llegar a España. En Hungría, las dificultades se intensificaron: esperaron horas en un bosque, evitando a los militares, para poder llegar a nuestro país.

 España, un nuevo hogar  

Para Abdul, España no es solo un lugar de refugio, sino un hogar. "España es mi país", dice con entusiasmo. Aquí ha encontrado trabajo, amor, familia y una comunidad que lo acogió con los brazos abiertos. "El día que llegué, dos amigos de mi hermano me dijeron: 'Aquí no te va a faltar de nada'. España es un país que acoge y da cariño", subraya con gratitud, tras ser el primer menor en solicitar refugio en nuestro país.

Este joven no comparte su historia para conmover, sino para inspirar. A través de sus charlas, busca transmitir la importancia de valorar lo que se tiene, ya que, como él mismo vivió, todo puede cambiar en un instante. Su testimonio es una lección de fortaleza, de transformar el dolor en un motor para seguir adelante y de encontrar esperanza incluso en los momentos más oscuros.