Los nombres navarros con voto en el Colegio Cardenalicio para la elección del nuevo Papa
Juan Echenique, delegado de medios de comunicación del arzobispado de Pamplona y Tudela, explica en COPE cómo es el Colegio Cardenalicio
Ciudad del Vaticano, 20 de abril de 2025
Pamplona - Publicado el - Actualizado
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Con la muerte del Papa Francisco se abre un proceso de elección del nuevo Papa, Navarra tiene tres nombres encima de la mesa que participarán en la elección una vez se sepa el calendario que se va a desarrollar.
Estos son los nombres de los navarros que tienen opciones de participar en la elección del nuevo Papa: Francois-Xavier Bustillo Rípodas y Celestino Aós Braco. Se puede mencionar a José Luis Lacunza Maestrojuán, pero que no tendrá voto.
Todo apunta a que el único que finalmente podrá votar será Bustillo, ya que Aós acaba de cumplir 80 años a principios de abril, por lo que se quedaría sin la opción.
JUAN ECHENIQUE EXPLICA EL COLEGIO CARDENALICIO
Juan Echenique, delegado de medios de comunicación del arzobispado de Pamplona y Tudela, explica cómo es el Colegio Cardenalicio. (El texto se actualizó hace alguna semana, por lo que algún nombre podría haber variado).
El fallecimiento del papa Francisco nos hace echar un vistazo al interior del Vaticano y analizar qué es y quién compone el llamado Sacro Colegio Cardenalicio, órgano responsable de elegir al nuevo papa. Es más habitual referirse a él como Colegio Cardenalicio o como Sacro Colegio. En cualquier caso, se trata de un consejo de alta jerarquía eclesiástica que está integrado por todos los cardenales de la Iglesia católica. Su función es elegir Sumo Pontífice en caso de fallecimiento o renuncia, además de aconsejar al papa si así lo solicita. Una asesoría que puede tratar tanto sobre temas relacionados con el catolicismo como del gobierno de la institución o de cualquier otro que el papa estime oportuno.
Actualmente el Colegio Cardenalicio está compuesto por 252 cardenales, de los cuales 138 podrían votar mientras que el resto -114- no podrían hacerlo. ¿Por qué? Por superar los ochenta años de edad, que es el momento en el que se pierde la posibilidad de votar, aunque se mantiene la presencia en el Colegio de manera vitalicia. Buena prueba de esto es el cardenal italiano Angelo Acerbi, el más longevo, que el próximo 23 de septiembre cumplirá cien años de edad.
Es curioso analizar los países de procedencia de los miembros del Colegio Cardenalicio. Seguro que no sorprende que el más representado sea Italia, con un total de 52 cardenales -aunque solo 18 de ellos pueden votar-. Y a continuación están Estados Unidos, con 17 -diez con posibilidad de elegir al papa; España, con 13 -seis que votan-; Argentina, con 8 -cuatro de ellos menores de ochenta años- y Francia y Brasil, ambos con 7 cardenales. Los seis españoles con derecho al voto son Antonio Cañizares Llovera, Juan José Omella Omella, Carlos Osoro Sierra, Fernando Vérgez Alzaga, José Cobo Cano y Ángel Fernández Artime.
No obstante, se trata de una cifra que conviene matizar, ya que si contamos los cardenales nacidos en España, la cifra sube hasta 17 -nueve que pueden votar y ocho que no-. Porque habría que sumar a los navarros Francois-Xavier Bustillo Rípodas -obispo de Ajaccio y elegido por Francia, aunque nació en Pamplona- y Celestino Aós Braco -arzobispo emérito de Santiago de Chile, pero natural de Artaiz-; y también al almeriense Cristóbal López Romero -arzobispo de Rabat y que figura como elegido por Marruecos-. Y entre los que no pueden votar habría que sumar a otro navarro: el pamplonés José Luis Lacunza Maestrojuán -elegido por Panamá-. El Vaticano computa a todos ellos como cardenales por otros países porque su actividad pastoral transcurre allí.
La lista de países representados en el Colegio Cardenalicio incluye lugares tan distantes como Sri Lanka, Cabo Verde, Myanmar, Papúa Nueva Guinea, Burkina Faso, Tonga, Timor Oriental o Mozambique, y así hasta 94 países, lo que demuestra la universalidad de la Iglesia católica. Por continentes, hay 114 cardenales europeos, 68 americanos, 37 asiáticos, 29 africanos y 4 de Oceanía.
¿Qué papa ha nombrado a los 138 cardenales que, a día de hoy, podrían votar para elegir al sucesor del papa Francisco? La mayoría -110- el propio Francisco, algo lógico si tenemos en cuenta que su papado se inició hace casi doce años -el 13 de marzo de 2013-. El resto fueron nombrados por Benedicto XVI -23- y Juan Pablo II -5-. Más repartido está en el caso de los 114 que no votarían por haber superado los ochenta años, que fueron nombrados por Francisco (39), Benedicto XVI (39) y Juan Pablo II (36).
Según apunta un artículo publicado en la página web www.religiondigital.org, hasta 65 cardenales pertenecen a congregaciones religiosas o institutos de vida consagrada (salesianos, jesuitas, padres blancos, franciscanos, claretianos… hasta alcanzar un total de 28). De ellos, solo 35 tendrían derecho al voto a día de hoy en un cónclave.
El número de cardenales ha ido variando a lo largo de la historia, desde unas decenas de personas durante los primeros siglos hasta los 252 actuales. En 1973 se decretó que el número máximo de cardenales con derecho a voto fueran 120, lo que quedó refrendado años después por Juan Pablo II. ¿Qué ocurrirá, por tanto, si llegado el cónclave se supera ese número? Vuelvo al artículo citado en el párrafo anterior, en el que se asegura. “Todos votarían, porque es facultad del Pontífice elegir el número final de participantes”. Y añado un dato: trece de los cardenales cumplirán 80 años a lo largo de 2025 y, por tanto, pasarán a ser no electores.
LA ELECCIÓN DEL PAPA: UN PROCESO LARGO, COMPLEJO Y SECRETO
El cónclave para elegir al nuevo papa se convoca entre quince y veinte días después de que el trono papal quede libre para permitir que los cardenales tengan tiempo para llegar desde todos los lugares del mundo -así se hace desde hace un siglo-. Y aunque la teoría dice que cualquier cristiano puede ser elegido papa, lo cierto es que hoy en día es inverosímil que lo sea alguien que no forme parte del Colegio Cardenalicio. Por cierto, se considera de muy mal gusto hacer campaña para ser elegido.
Los cardenales se encierran en la Capilla Sixtina, tras pronunciar el Extra omnes! (¡Todos fuera!) y allí permanecerán hasta que haya nuevo papa. El proceso de votación es largo y complejo y a esto se une que es imprescindible mantener en secreto lo que está ocurriendo; es decir, la marcha de las votaciones. Tanto es así, que en el último cónclave celebrado -en el año 2013- se extremaron las precauciones para comprobar que no había ningún dispositivo oculto en la Capilla Sixtina, se instalaron inhibidores de frecuencia y se desconectó la conexión wifi en toda la Ciudad del Vaticano. En caso de que un cardenal no respetara el juramento de secreto quedaría excomulgado de manera inmediata y sin necesidad de juicio previo.
El primer día se celebra una votación inicial y, si nadie resulta elegido, se celebran hasta un máximo de cuatro votaciones diarias -dos por la mañana y dos por la tarde- durante los tres siguientes días. Pasados esos cuatro días, los cardenales se toman una pausa de 24 horas para la oración y la reflexión. Este ciclo de cuatro días, con sus correspondientes votaciones, se puede repetir hasta siete veces. Si pasado ese tiempo sigue sin haber un candidato que haya obtenido los dos tercios de los votos necesarios para la elección, pasan a la segunda vuelta los dos que hayan recibido mayor número de votos en la última votación.
Un detalle relevante es que las papeletas se queman al final de cada votación cuando no hay un candidato elegido. Y esto tiene su sentido, claro: es la manera de que el público sepa lo que está ocurriendo en el cónclave. Es lo que se conoce como fumata, que puede ser negra (si no se ha conseguido elegir a un candidato) o blanca (señal de que hay un nuevo papa). Y para ello se instala una estufa y una chimenea provisionales antes de que comience el cónclave.
Hasta el año 2005, cuando se quemaban las papeletas se añadía brea, para que el humo fuera negro, o paja húmeda, y salía de color blanco. A partir de entonces se hace mediante una mezcla de elementos químicos, como clorato potásico, azufre o antraceno, entre otros. En la elección del papa Francisco, hubo cuatro columnas de humo negro hasta que se vio la fumata bianca. Un nuevo papa, el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio había resultado elegido y había aceptado el reto. Porque ese es el último paso: el cardenal decano le pregunta si quiere ser papa. Y si la respuesta es afirmativa, cuál es el nombre que escoge. Y es entonces cuando se comunica la buena nueva al público presente en la plaza de San Pedro y, por extensión, a todo el mundo.