La emoción de Juan en El Rocío: "Me acordé de cuando mi hija tocó la campana al vencer el cáncer"

Juan llegaba a El Rocío más delgado, moreno y un poco cojo pero muy emocionado. No es para menos después de 1167 km a sus espaldas.

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Juan Olivenza ya está de vuelta en casa. Ha descansado pero será difícil recuperarse de la resaca emocional. Llegaba a El Rocío el martes tras haber completado un recorrido de más de mil kilómetros. Lágrimas de emoción al llegar a la Aldea donde le esperaba familia. Ahí estaba, esperándole, su hija y Juan rompió a llorar.

Un recorrido que comenzó el pasado 26 de enero en Logroño con el objetivo de llamar la atención sobre el cáncer infantil y recaudar fondos para su investigación.

Juan recuerda en COPE que el origen de este reto solidario nació con la enfermedad de su hija. Las sesiones de quimioterapia de la joven llevaron a Juan a recorrer un kilómetro más por cada sesión. El fin de la quimio coincidió con su llegada a la imagen de la virgen de El Rocío que hay en el parque de La Grajera y por eso decidió dedicar su iniciativa solidaria a ir hasta la ermita en la aldea de El Rocío.

Tras buscar patrocinadores para su reto solidario que le llevaron a conseguir 15.000 euros sin haber salido aún de Logroño -y que se van a dedicar a la investigación del cáncer infantil a través de diferentes organizaciones- durante este mes de reto ha logrado añadir a la cuenta algo más de dinero. Y esa colecta por la investigación oncopediátrica continúa abierta.

Este martes era la última etapa de un camino largo, duro pero del que ha vuelto "feliz". “He pasado la última etapa sin dejar de llorar porque esto ha sido increíble”.

Su inspirador reto solidario 'Mi meta, tu sonrisa' tiene un destino: Recaudar a favor de FARO (Asociación Riojana de familiares y amigos de niños con cáncer) y de la investigación oncológica pediátrica.

En FARO ya le han recibido con los brazos abiertos y mucha emoción. Un reencuentro que no olvidarán jamás:

Juan llegaba al Rocío más delgado, moreno y un poco cojo pero muy emocionado. No es para menos después de 1167 km a sus espaldas.

El dolor en estas últimas etapas había sido intenso, sin embargo “merece la pena porque me he encontrado con personas maravillosas que han hecho que todo sea más fácil”.

A pesar de que el camino lo hacía en soledad, “nunca me he sentido sólo”. Y es que “la gente de FARO (Asociación riojana de familiares y amigos de niños con cáncer) y mi gente no me ha dejado sólo desde la distancia ni un sólo momento”.

Se ha sentido acompañado a través de todos los mensajes de apoyo que ha ido recibiendo estos días. “Ha sido genial llegar a los albergues hecho polvo, encender el móvil y encontrar decenas de mensajes en Whatsapp y las redes sociales".

“Al llegar a El Rocío no sabía lo que me iba a encontrar pero ha sido maravilloso. Allí estaban mi hija, algunos familiares y amigos. No me lo esperaba por eso ha sido increíble".

Tirar, tirar y tirar, ése es el lema de Juan. Lo sabe muy bien desde que tu hija tuvo que enfrentarse al cáncer.