Pasa 28 años trabajando en un hotel de Mallorca y lo que ve le hace estallar: "Era enfermizo"
Emilio cuenta su experiencia en el mundo de la hostelería de las islas y explica el motivo que le llevó a cambiar de empleo ante el gran desgaste que sufría
Emilio en el vídeo
Publicado el
3 min lectura
Durante 28 años, Emilio trabajó en un hotel de Mallorca. Lo que a priori parecía una carrera laboral estable y cómoda, terminó por convertirse en un foco constante de desgaste, mal ambiente y deterioro mental. Hoy, desde su nuevo empleo en el sector del transporte turístico, relata con claridad y sin rencor qué fue lo que le llevó a tomar una decisión que cambió su vida.
“Era enfermizo”, afirma sin rodeos al recordar su rutina anterior. “Hacía un shuttle de 500 metros de ida y vuelta, trayectos cortos pero interminables. Llegué a hacer una media de 160 kilómetros diarios en circuitos de apenas un kilómetro. El cerebro se me dormía”.
Un ambiente laboral tóxico y destructivo
Emilio explica en su relato, difundido a través de su cuenta de TikTok, que el problema no era solo el trabajo en sí, sino la dinámica humana del entorno. “Siempre había chismes, cuchicheos, rumores... La gente hablaba a espaldas de los demás. ‘Mira ese’, ‘mira lo que ha hecho’… Ese tipo de comentarios lo contaminan todo”, recuerda. “Y si encima los de arriba tampoco funcionan, es un desastre”.
Video thumbnail
Durante los primeros años, reconoce, la estructura del hotel era sólida. “Había jefes, encargados, empleados… y el ambiente laboral era bueno”. Pero tras una reestructuración, el centro pasó a ser gestionado por nuevas empresas, “en plan alquiler”, lo que derivó en un colapso organizativo. “Contrataban a lo loco, sin formación, sin liderazgo. Se perdió toda lógica empresarial y humana”.
El desgaste emocional, según cuenta, fue acumulativo. “Tengo una paciencia infinita, pero 28 años así… hasta que mi cabeza dijo ‘basta’. Entré en un estado de letargo. Llegaba a los sitios y no recordaba si había parado en el semáforo. Era como funcionar con el piloto automático encendido”.
Este tipo de situaciones no son aisladas. Diversos informes, como los del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST), alertan sobre los efectos del estrés laboral crónico y la exposición a un entorno negativo en el desempeño y la salud mental de los trabajadores. Lo que Emilio experimentó tiene un nombre: burnout, y afecta especialmente a sectores como la hostelería.
Un nuevo comienzo: vida nocturna y libertad diurna
Tras pedir una excedencia, Emilio probó suerte en una empresa de transporte y desde entonces todo cambió. “Trabajo de noche, que me gusta, y tengo las mañanas libres. Aquí hay buen rollo. Cuando nos juntamos en una recogida o en la bolsa, nos reímos muchísimo. Es un ambiente muy sano”.
Además, valora la libertad que ha ganado en su día a día. “Antes tenía turno partido: mañana y tarde durante seis meses. Ahora tengo tiempo para mí, y eso no se paga con dinero”.
También ha redescubierto el placer de aprender. “No conocía tantos hoteles como creía. Ahora uso Google Maps, memorizo rutas, y estoy aprendiendo a manejar diferentes tipos de autobuses. Es un aprendizaje continuo y lo disfruto”.
Lo que más le preocupa ahora es que los recién llegados al mundo laboral no cometan los mismos errores. “Para la gente nueva: que no se queden solo por comodidad. El ambiente laboral cuenta. Muchísimo. Y no vale aguantar por aguantar. Porque el desgaste, aunque no se note al principio, te acaba pasando factura”.
Su caso recuerda a tantos otros de trabajadores que han dedicado media vida a un sector sin el reconocimiento ni las condiciones necesarias. En un contexto como el balear, donde la hostelería representa uno de los principales motores económicos, testimonios como el de Emilio arrojan luz sobre los problemas estructurales que persisten.
Como él mismo concluye en su vídeo: “Perdí demasiado tiempo en ese hotel. Pero menos mal que cambié. Ahora estoy encantado. Y si el cambio es para bien, mucho mejor”.