La odisea de los transportistas en Menorca: el Black Friday se topa con el cierre de los puertos

La campaña de descuentos, el mal tiempo y la posterior ola de devoluciones desatan una tormenta logística que pone al límite al sector en la isla

Ignasi Catchot

Menorca - Publicado el - Actualizado

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El sector del transporte y la paquetería en Menorca vive una de sus semanas más críticas. La confluencia de tres factores ha creado la tormenta perfecta que satura a los repartidores: el pico de envíos generado por el Black Friday, el bloqueo de las mercancías por el cierre de los puertos debido al mal tiempo y la inminente llegada de la campaña de devoluciones. Una situación que pone a prueba la resistencia de profesionales como María Capó, transportista autónoma y una de las pocas mujeres en un sector masculinizado en la isla. Su día a día se ha convertido en una carrera contra el reloj para poder gestionar un volumen de trabajo desbordado, donde la paciencia y la vocación son tan necesarias como el combustible.

Una avalancha de paquetes con el tiempo en contra

El impacto del Black Friday se traduce en un incremento exponencial de los paquetes. "Muchísimos, muchísimos más", confirma Capó. En un día normal, una transportista como ella puede gestionar un volumen de "entre noventa y cien paquetes diarios". Sin embargo, durante estas campañas, la cifra se dispara, aunque el límite no lo marca la capacidad de trabajo, sino el propio tiempo. "El día no tiene más horas", lamenta la transportista, reflejando la presión de un trabajo que exige el máximo rendimiento. A pesar de todo, afronta la situación con profesionalidad: "Con paciencia y ganas, todo se puede". Esta actitud es fundamental para no verse superada por una marea de cajas que parece no tener fin.

Esta saturación no solo es un desafío logístico, sino también personal. Las jornadas se alargan y la presión por cumplir con las entregas, especialmente cuando los clientes rastrean sus pedidos online, es constante. La profesionalidad del sector se demuestra en la capacidad de gestionar no solo los paquetes, sino también el estrés y las expectativas de los compradores. La labor de Capó y sus compañeros se vuelve crucial para que la cadena del comercio electrónico no se rompa, actuando como el último y esencial eslabón entre el almacén y el cliente final, un trabajo que a menudo permanece invisible hasta que surge un problema.

El reto de ser mujer y autónoma en el transporte

María Capó no solo enfrenta los desafíos de la profesión, sino también el hecho de ser una de las pocas mujeres al volante de una furgoneta de reparto en Menorca. Ella recuerda los inicios, cuando fue "casi de las primeras". Aunque celebra que cada vez haya más presencia femenina, reconoce las dificultades inherentes al oficio. La profesión, afirma, es "muy vocacional", un requisito indispensable para sobrellevar la dureza del día a día. De hecho, considera que sin un interés genuino es imposible dedicarse a ello a largo plazo. Su testimonio pone en valor el papel de las mujeres que han abierto camino en sectores tradicionalmente ocupados por hombres.

Si no te gusta y no tienes pasión por conducir, no haces este trabajo"

María Capó

Transportista autónoma

A la exigencia del trabajo se suman las complejidades de ser autónoma. "Si un día estás enfermo y no sales, no cobras", explica de manera contundente. Esta falta de red de seguridad obliga a un esfuerzo constante. Además, señala que para las nuevas generaciones "hoy en día, hacerse autónomo es un poco complicado", sugiriendo que las barreras de entrada, ya sean económicas o burocráticas, dificultan la renovación en el sector. Su visión integral de la profesión, desde la pasión por la carretera hasta la cruda realidad económica, dibuja un retrato completo de lo que implica ser transportista por cuenta propia.

Del Black Friday a las devoluciones de Reyes

El Black Friday es solo el pistoletazo de salida. Inmediatamente después llega la gestión de las devoluciones, que se solapa con la campaña de Navidad. Tras ella, vendrán las devoluciones de Reyes, luego las rebajas de enero y, sin apenas descanso, la Semana Santa. Es un ciclo que se repite y que convierte el trabajo en una espiral sin fin. "Es un no acabar", resume Capó. Esta dinámica de consumo ha transformado el transporte en una pieza clave pero también en un sector sometido a una presión constante, donde los picos de trabajo ya no son puntuales, sino que se encadenan uno tras otro a lo largo del año.

Es un no acabar"

María Capó

Transportista autónoma

A este ritmo frenético se ha añadido el cierre del puerto por el temporal durante varios días, un factor crítico en una isla. Esta circunstancia ha provocado un embudo, con miles de paquetes acumulados esperando a ser desembarcados y distribuidos. La situación obliga a los transportistas a hacer un doble esfuerzo: primero, para gestionar la avalancha de mercancía retenida y, segundo, para lidiar con la impaciencia de los clientes. "Hay que explicarles que el puerto ha estado cerrado", comenta Capó sobre la necesaria labor pedagógica con quienes esperan su pedido. La seguridad, en todo caso, es primordial, y los paquetes "se tienen que firmar por el dueño", por lo que no pueden dejarse en cualquier lugar, lo que añade otra capa de complejidad a la entrega.

En las furgonetas de reparto se transporta prácticamente de todo. Lo más habitual es la moda, como "chándales, bambas y mochilas", pero también mucha tecnología. Capó destaca las grandes remesas de teléfonos, como los iPhones, que se mueven cuando las grandes compañías lanzan ofertas. Pero la diversidad del comercio online lleva a situaciones sorprendentes: los menorquines piden a domicilio incluso fruta. Esta anécdota, que puede parecer menor, ilustra hasta qué punto ha calado la compra por internet en todos los ámbitos, obligando a la logística a adaptarse a una demanda cada vez más variada y exigente.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.