Un joven ingeniero menorquín diseña un dispositivo de RCP automática para salvar vidas en espacios públicos

Pablo Camps Mullarach, ha creado un prototipo portátil capaz de realizar compresiones torácicas automáticas en casos de parada cardíaca. El objetivo es instalarlo en lugares de gran afluencia para que actúe en los minutos clave antes de la llegada de los sanitarios

Ignasi Catchot

Menorca - Publicado el - Actualizado

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La idea nació como un trabajo de fin de grado, pero podría convertirse en una herramienta capaz de salvar vidas. Pablo Camps Mullarach, joven ingeniero menorquín, ha desarrollado un innovador dispositivo de reanimación cardiopulmonar (RCP) automática pensado para actuar en los momentos críticos tras una parada cardíaca.

El proyecto surgió mientras cursaba Ingeniería Mecánica en la UNED, con la intención de especializarse posteriormente en el ámbito biomédico. Camps explica que investigó los dispositivos existentes y detectó que los que realizan compresiones torácicas automáticas solo están presentes en ambulancias. “Hasta que llega la ambulancia pueden pasar varios minutos y no siempre hay alguien que sepa hacer RCP correctamente”, señala.

Un aliado en los minutos más críticos

El objetivo es cubrir el vacío de actuación en los primeros minutos tras el paro cardíaco, cuando la intervención inmediata marca la diferencia entre la vida y la muerte. Según el ingeniero, el aparato permitiría realizar compresiones correctas y constantes, evitando la fatiga de los reanimadores y garantizando que la sangre siga circulando hacia el cerebro y órganos vitales hasta que llegue el personal sanitario.

El prototipo se basa en un mecanismo sencillo y rápido de colocar. Se traslada manualmente hasta la víctima, se sitúa debajo del cuerpo y se asegura con dos bandas torácicas. Estas bandas se tensan automáticamente y el dispositivo comienza a aplicar las compresiones con la fuerza y profundidad recomendadas por la American Heart Association, adaptándose a la complexión de cada persona.

El RCP manual exige un esfuerzo físico intenso, hasta el punto de que las guías médicas recomiendan que al menos dos personas se turnen cada dos o tres minutos para mantener la calidad de las compresiones. El sistema ideado por Camps elimina ese problema y mantiene un ritmo constante sin interrupciones.

Tecnología y visión de futuro

La visión final es integrar en un mismo aparato las compresiones y la desfibrilación eléctrica, de manera que un único dispositivo portátil pueda iniciar la reanimación completa. “Sería lo más interesante, porque no hay nada así en el mercado”, afirma el joven ingeniero.

De momento, el proyecto se encuentra en fase inicial, y no hay empresas implicadas en su desarrollo. Camps calcula que el coste final, en caso de llegar al mercado, podría rondar los 10.000 euros, un precio similar al de otros dispositivos médicos profesionales. “Queda mucha, mucha trabajo por delante, pero seguimos avanzando paso a paso”, apunta.

Los lugares de instalación preferentes serían espacios con gran afluencia de público, como aeropuertos, universidades o centros comerciales. Estos entornos concentran a muchas personas y, a la vez, aumentan la probabilidad de que se produzca un paro cardíaco sin que haya cerca personal entrenado.

Apoyo y validación médica

El joven ingeniero ha contado con el apoyo y la motivación de su entorno, que ha recibido con entusiasmo la repercusión de la idea. “Estamos muy contentos de que haya tenido tanta aceptación y que se vea como algo útil y necesario”, asegura.

Durante el desarrollo, consultó con profesionales sanitarios, como enfermeras, que coincidieron en que el concepto es “muy bueno” y que la combinación de compresiones automáticas con desfibrilación sería “perfecta”.

Este tipo de tecnología tiene un potencial enorme para salvar vidas, ya que cada minuto que pasa sin reanimación efectiva reduce drásticamente las posibilidades de supervivencia de la víctima. Según datos de la European Resuscitation Council, la RCP inmediata puede duplicar o triplicar la probabilidad de supervivencia en casos de paro cardíaco extrahospitalario.

Un reto técnico con un gran impacto humano

Camps se muestra convencido de que el trabajo que queda por hacer merecerá la pena si finalmente el dispositivo consigue implantarse en la vida real. “Hemos hecho el primer paso, pero faltan muchos más. Es un proyecto que requiere tiempo, pruebas y un diseño muy cuidado para que funcione en cualquier situación”.

En Menorca y en cualquier lugar, disponer de un equipo así podría marcar la diferencia entre que una víctima reciba una reanimación adecuada o no. Por eso, el reto de Pablo Camps no es solo ingenieril, sino profundamente humano: salvar vidas cuando cada segundo cuenta.