Así queda la nueva Curia del Bisbat de Menorca: una estructura más ágil y centrada en la misión
El obispo Gerard Villalonga aprueba una reestructuración que simplifica los órganos pastorales y promueve una Iglesia más coordinada, participativa y misionera
Menorca - Publicado el - Actualizado
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La Curia Diocesana de Menorca se renueva. El obispo Gerard Villalonga ha aprobado una reforma integral que redefine la organización pastoral del Bisbat con el objetivo de adaptarla a los nuevos tiempos y reforzar la coordinación entre las distintas áreas de trabajo eclesial. La nueva estructura entrará en vigor el 1 de noviembre de 2025, inicialmente por un año de prueba, con la intención de consolidarse después de una evaluación.
El cambio implica una simplificación del organigrama diocesano y una apuesta clara por el trabajo sinodal, es decir, por la colaboración, la escucha mutua y la toma de decisiones compartida entre clérigos y laicos. Con ello, el Bisbat busca dar un paso más hacia una Iglesia en salida, en línea con el impulso del papa Francisco hacia comunidades más participativas y centradas en la misión evangelizadora.
Del modelo anterior a un esquema más simple y participativo
Hasta ahora, la Curia menorquina se organizaba en cuatro grandes áreas pastorales, de las que dependían distintos secretariados especializados. Ese modelo desaparece por completo. A partir de ahora, toda la estructura se agrupa en delegaciones temáticas, cada una encabezada por una persona responsable, y todas coordinadas por el Vicario General, que asumirá también la función de Vicario de Pastoral.
El propósito de esta transformación es eliminar duplicidades, mejorar la comunicación interna y dar más coherencia a la acción diocesana. Según fuentes del Bisbat, la decisión se tomó después de consultar a las parroquias, comunidades religiosas y consejos diocesanos, que coincidieron en la necesidad de simplificar los mecanismos de coordinación y favorecer una gestión más ágil.
El cambio no solo afecta a la estructura, sino también a la forma de trabajar. Las nuevas delegaciones deberán formar equipos de trabajo y funcionar en red, compartiendo experiencias, propuestas y recursos. La intención es que las decisiones no dependan solo de un responsable, sino que surjan del diálogo y del discernimiento conjunto, con una mirada abierta al conjunto de la diócesis.
Este paso hacia la sinodalidad práctica pretende fortalecer el sentido de comunidad dentro del Bisbat y situar la misión pastoral como prioridad sobre la burocracia. En palabras del entorno episcopal, se trata de pasar de una Curia “fragmentada” a una “Curia al servicio del encuentro y la comunión”.
Nuevas delegaciones y nombres propios
La reforma define un total de catorce delegaciones pastorales, además de Càritas Diocesana y del Gabinet de Comunicació, que mantiene su carácter transversal por su relación con todos los ámbitos de la vida eclesial.
Entre los responsables designados destacan Mn. Joan Mercadal Victory (Catequesi i Iniciació Cristiana), Mn. Joan Camps Serra y Mn. Jaume Denclar (Ensenyament i Joventut), Yolanda Anglada Pons (Missions), Isabel Marqués Barceló (Ecumenisme i Diàleg Interreligiós) y Antoni Mercadal Sintes (Turisme, Santuaris i Peregrinacions).
También se incorporan Mn. Josep Manguán y Mn. Joan Tutzó (Litúrgia i Pietat Popular), Mn. Guillem Ferrer Monjo (Càritas Diocesana), Mn. Joan Bosco Martí (Pastoral Penitenciària), Gna. Mari Alberto Pons (Salut i Gent Gran), Miquel Àngel Maria (Treball i Justícia i Pau), Sergi Alonso Camps y Carme Estruch Alrich (Família i Vida), Mn. Llorenç Sales Barber (Vocacions), Miquel Àngel Casasnovas Camps (Escoles de Formació), Germà Vicente Devesa (Vida Consagrada) y Mn. Antoni Fullana Marquès, que continuará al frente del Gabinet de Comunicació.
Con esta distribución, el Bisbat busca reforzar la presencia de laicos y religiosos no ordenados en la coordinación pastoral, además de mantener la colaboración entre sacerdotes de distintas zonas de la isla. La combinación de perfiles y sensibilidades pretende generar una visión más coral y representativa de la Iglesia menorquina.
Un año para poner a prueba el nuevo modelo
La nueva estructura diocesana funcionará durante un año en periodo experimental, con posibilidad de revisión en 2026. Durante ese tiempo se evaluará su operatividad, el grado de coordinación entre delegaciones y la eficacia del nuevo modelo sinodal. El objetivo final es consolidar una Curia moderna, cercana y misionera, capaz de responder a los retos pastorales de Menorca.
Fuentes del entorno del obispo subrayan que la reforma no se limita a una cuestión organizativa, sino que busca un cambio de mentalidad. La clave está en trabajar “con más corresponsabilidad y menos jerarquía”, apostando por una comunicación más fluida entre los distintos equipos y una mayor implicación de los laicos en la vida diocesana.
La reestructuración de la Curia supone, así, un paso significativo en la renovación interna del Bisbat de Menorca, que avanza hacia una Iglesia más participativa, coordinada y atenta a la realidad social de la isla. Con la vista puesta en el 2026, la diócesis afronta esta nueva etapa como una oportunidad para fortalecer la comunión y dinamizar su acción pastoral.