El RCD Mallorca se reconcilia con el fútbol en este 2025

El análisis de Jordi Jiménez tras la reacción bermellona ante Las Palmas y Sevilla

RCD Mallorca

Celebración del gol en el Sánchez Pizjuán

Jordi Jiménez

Mallorca - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Un día por juego y otro por coraje. El RCD Mallorca se ha reconciliado con el fútbol tras haber tenido una relación difícil en este arranque de 2025. No era lo mismo, algo se había perdido, algo se había roto en las primeras citas del año.

Quizá porque al fútbol hay que tratarlo bien, para que te dé, tienes que darle. Es como una relación de pareja, no se puede desatender, no te puedes olvidar, no debes ni puedes pensar que con el afecto de antes ya basta. El afecto se riega cada día con atención, comprensión, empatía, cariño. Pues algo así es este juego, en el que es muy difícil lograr algo y muy fácil perderlo.

Sobre todo porque quienes no se pueden confundir son los modestos, los grandes pueden tener un mal día y solventar la papeleta, el modesto no. El modesto tiene que hacer las cosas muy bien y no siempre alcanza para el éxito. En algo tienes que ser muy bueno, o defender bien o atacar bien, en los modestos se suele empezar por defender bien porque no te alcanza con lo que tienes para sacar provecho a tus ataques. Ni llegas tanto ni tienes tanta capacidad realizadora, por ello tienes que ser un equipo que, ya sea defendiendo adelante o defendiendo en medio o defendiendo atrás, debes ser muy bueno. 

El RCD Mallorca se había olvidado un poco de quién era, y también es lógico tener baches, pero este era preocupante. Es normal para un equipo poco acostumbrado a las alturas y que se vio respaldado por los puntos y el trabajo bien hecho de la primera vuelta.

Volvieron de vacaciones y ya no era lo mismo. Les pintaron la cara en Pontevedra, un equipo de Segunda RFEF, conviene no olvidarlo, vivieron la experiencia entre los grandes de la Supercopa, hicieron lo que pudieron y compitieron ante el Real Madrid, pero no se encontraban en la liga. Todo lo que podía salir mal, salía mal. Se repitió el bochorno de Pontevedra pero esta vez ante un equipazo como el Villarreal, pim, pam, pum. Fueron cuatro de una tirada, pudieron ser más. Algo se había perdido en ese equipo que estaba entre los menos goleados. 

El fútbol te trata mal cuando no estás igual de atento a él, por lo que sea el Mallorca se había ido y tenía que volver. A veces pequeños pasos, que no son nada lustrosos, son un punto de retorno. Y eso ocurría ante Osasuna pese a perder dos puntos al final y saber a muy poco el empate. Finales de partido con miedo castigaron al Mallorca ante Betis y Osasuna.

La reacción.-

Tras un arranque durísimo de 2025, su desencuentro con el fútbol sin marcar un gol en cinco partidos, encajando goleadas, acababa con la sequía de penalti. Daba igual cómo, había que hacerlo, precisamente encarnado en su teórico hombre gol, Vedat Muriqi, quien se reencontraba con el gol 500 minutos después.

Los bermellones se reconciliaban con el fútbol en Son Moix ante la Unión Deportiva Las Palmas. Tras ese punto de mejora del que venían, salían decididos a ser quienes fueron y regalaban una gran primera parte a su parroquia, que estaba huérfana de alegrías en el arranque de año. Al fútbol hay que quererlo para que te quiera, y a veces ni aún así. El Mallorca volvió al origen ante los canarios, tuvo un ritmo alto de juego, combinó bien, con velocidad, nada de ese trote, nada de ese balón al piececito, control y pase como si fuera un entreno de golpeo de balón. 

Al fin el equipo sabía desplegarse con ritmo. Y si ante Las Palmas se reconcilió con el juego y con su afición a base de fútbol, en el Sánchez Pizjuán de Sevilla lo hizo a base de coraje. Porque el fútbol no es sólo lo que haces con los pies, sino la intención que pones. El Mallorca demostró que tiene también genio, que no se conforma, subió el tono de la conversación, puso alma. 

Y eso es fútbol también. Por ello creo sinceramente que en la noche del lunes, cuando muchos están ya en el umbral del sueño y a punto de mandarlo todo a paseo, que al día siguiente hay que trabajar o estudiar, Valjent les reconcilió a todos con su equipo, y de paso al equipo con lo más bonito del fútbol, el premio al esfuerzo