José cuida a su mujer con Alzheimer en A Coruña: “tengo solicitado una residencia para irnos los dos”

En el Día Mundial del Alzheimer, conocemos el día a día de quien convive con la enfermedad. "Hay días que te desesperas", cuenta

Noela Bao

Coruña - Publicado el

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Este miércoles, 21 de septiembre, se celebra el Día Mundial del Alzheimer. En Galicia se diagnostican unos 6300 casos de demencias cada año y hay 30.000 personas con alguna de estas patologías, según la Xunta

La Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de A Coruña (AFACO) calcula que en A Coruña 7800 personas sufren una demencia. La más común es el Alzheimer, que está detrás de entre el 60 y el 80% de casos. Destruye células cerebrales y nervios, lo que interrumpe los transmisores que llevan mensajes al cerebro. Sobre todo, los que nos permiten almacenar recuerdos. 

En torno al 12% de mayores de 65 años sufre una demencia. No obstante, esto puede afectar a cualquier persona, indistintamente de su procedencia o edad. La gente joven también puede padecerla. 

LA HISTORIA DE ROSA

A Rosa los primeros síntomas le aparecieron, precisamente a los 65.  Una tristeza desmedida. Se olvidaba de recoger a los niños a los que cuidaba. O por la noche, se levantaba con la intención de salir de casa e ir a ver a sus padres, que habían fallecido años atrás

El diagnóstico de depresión que obtuvo en la sanidad pública no parecía el adecuado o, al menos, el más preciso. A su marido, José, lo que le decían en la consulta no le encajaba con el comportamiento de Rosa, cuya madre también padeció alzheimer. 

Por ello, inició un periplo de años, primero por consultas privadas, hasta que el SERGAS le hizo las pruebas necesarias. Y ahí se vio claro: su mujer tenía demencia, ya en grado dos. 

LA CARGA DEL CUIDADOR

A partir de ese momento, Rosa recibió el tratamiento adecuado para intentar retrasar el inevitable deterioro, y llegaron las ayudas. Pero son solo eso, ayudas. Rosa no podría vivir sin José. Su marido asume el papel de cuidador. La levanta, la acuesta, la escucha. Una labor que no tiene descanso y que supone una carga mental, a veces, insoportable.

“Es complicado y hay días que te desesperas”, relata. “Pero luego dices, ¿y qué hago? me tiro por la ventana y ¿qué hago con esta mujer?”. La receta que nunca olvida es la de paciencia, calma y cariño. “Enfadarte con ella es absurdo porque no sabe lo que está haciendo”, afirma.

LA SALVACIÓN DEL CENTRO DE DÍA

José lamenta el tiempo perdido en el diagnóstico, porque de llegar antes el tratamiento, podría haber estado “más tiempo normal”, ya que ahora “su cabecita ya está en otro mundo". Pese a todo, dice que tiene suerte. En la farmacia, al saber de su caso, le hablaron de Afaco, la asociación de familiares de Enfermos de Alzheimer. Allí acudió a por un apoyo vital.

Rosa consiguió plaza en el centro de día de la asociación. Acude todos los días y hace actividades para que su cuerpo y su cerebro se mantengan activos. Ella va “encantada”. Tanto, que a veces no quiere volver a casa. Pero no solo la ayudan a ella, sino a José. En AFACO “dan cursillos de vez en cuando para que aprendamos cosas nuevas para ellos” y siempre tienen un consejo par acualquier duda.

AYUDAS INSUFICIENTES

José cuenta que la Ley de dependencia le cubre el 60% del coste del centro de día. La seguridad social, la medicación o los pañales. Pero no tiene en cuenta otros elementos básicos: cobertores de cama o cremas hay que pagarlas íntegramente. “Es absurdo”, recalca. 

Él lamenta además que no pueda pedir más ayuda a domicilio, porque eso supondría renunciar a parte del vital centro de día. Si una persona acude a su domicilio dos horas “pierde media jornada del centro de día” que es, subraya, “lo que está salvando a la gente”. “¿Qué consigo con meterla en casa una mañana porque me venga una señora una hora por la mañana y otra por la noche a vestirse?" Se pregunta. 

EL VÉRTIGO DEL FUTURO

Han pasado ocho años desde los primeros síntomas, y Rosa tiene ahora 73. La enfermedad ha ido evolucionando. Se han ido apagado recuerdos y habilidades, aunque hay cosas que ella no olvida. Gracias a la medicación, ha recuperado su carácter alegre y le siguen encantando los niños. Todavía “sigue caminando un poquito”, pero a la hora de vestir, a su marido se le está “complicando un poco” porque ha dejado de colaborar.

El futuro da vertigo, pero José ya ha pensado en él: cuando no pueda cuidarla, la seguirá acompañando. “Tengo solicitado una residencia para irnos los dos”.

José y Rosa llevan 45 años casados y para ellos este día del Alzheimer no es una celebración. Pero sí, cuenta, lo es del agradecimiento, por la labor de entidades sociales como Afaco, vital para que ambos puedan seguir viviendo con un mínimo de dignidad.