El pueblo de Portugal que se siente extremeño y que tiene su propio idioma: está justo en la frontera con España

Situado casi en una línea entre Portugal, Huelva y Badajoz, esta localidad tiene una peculiaridad que muy pocos pueblos poseen

La localidad de Barrancos, en Portugal

Luis Calabor

Madrid - Publicado el

3 min lectura

La frontera entre España y Portugal es, en muchos sentidos, más un puente que una línea divisoria. A lo largo de sus más de mil kilómetros, se encuentran pueblos donde las culturas se entrelazan, los acentos se mezclan y las tradiciones se comparten a ambos lados del límite. 

Pero hay un lugar donde esta convivencia llega a un nivel único: el pequeño pueblo portugués de Barrancos, que aunque pertenece a Portugal, se siente profundamente unido a Extremadura, no solo por la cercanía geográfica, sino también por una identidad cultural que mezcla lo mejor de los dos países.

Vitor Manuel Cabral de Oliveira

Barrancos es, oficialmente, parte de Portugal

EL BARRANQUEÑO, COMO SI FUESE UN IDIOMA PROPIO

Ubicado en el sur de Portugal, dentro del distrito de Beja, Barrancos se encuentra a tan solo unos minutos en coche de la localidad onubense de Encinasola, en Andalucía. Rodeado de colinas y naturaleza, este municipio de poco más de 1.600 habitantes es un verdadero cruce de caminos: aquí se habla portugués, español… y un tercer idioma que no se enseña en escuelas ni aparece en los diccionarios oficiales: el barranqueño.

Este dialecto único, fruto de siglos de convivencia con España y del carácter fronterizo del lugar, es una mezcla viva de portugués y español, con expresiones y giros propios que no se escuchan en ningún otro sitio del mundo. Y aunque durante años se habló en voz baja y solo entre vecinos, ahora forma parte del orgullo local y se está trabajando para su conservación.

El barranqueño no es un invento moderno. Tiene raíces profundas en la historia de la zona, marcada por el comercio, el contrabando y la necesidad de comunicarse con los pueblos del otro lado de la raya. Con el paso del tiempo, esta “jerga” dejó de ser solo una herramienta práctica y se convirtió en un símbolo de identidad.

el "pueblo de los tres idiomas": español, portugués y barranqueño

Hoy en día, muchos vecinos de Barrancos dominan los tres idiomas, y aunque el portugués es el oficial, el español se cuela en las conversaciones cotidianas, especialmente entre las personas mayores. El barranqueño, por su parte, sobrevive con fuerza renovada gracias al esfuerzo de los habitantes y de algunos lingüistas que buscan preservarlo como patrimonio cultural inmaterial.

El castillo de Nodar en Barrancos

Barrancos no solo destaca por su peculiaridad lingüística. El pueblo ofrece una estampa pintoresca con sus casas blancas de cal y tejados rojizos que contrastan con el verde del paisaje. Es un lugar tranquilo, ideal para una escapada en la que desconectar del ruido y reconectar con la historia.

Uno de los rincones más visitados es la Plaza de la Libertad, corazón de la vida local, así como la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, un edificio sencillo pero cargado de significado para los barranqueños. Sin embargo, si hay un lugar que no puede faltar en la visita, es el Castillo de Noudar.

A solo 12 kilómetros del centro de Barrancos se encuentra esta imponente fortaleza medieval, construida en el siglo XI. Situada en lo alto de un cerro y rodeada de naturaleza, el Castillo de Noudar es un lugar mágico que ofrece vistas espectaculares y una inmersión total en el pasado. Cerca de él, se alza también una pequeña iglesia que da testimonio de la vida religiosa de la época.

El barranqueño es una mezcla viva entre el español y el portugués, compartiendo palabras y gramática

El castillo es uno de los grandes atractivos turísticos de la región del Alentejo, especialmente para quienes disfrutan de las rutas históricas y del turismo de interior. Además, es un buen punto de partida para explorar los senderos naturales que rodean el área y que conectan con la vecina Extremadura.

Para quienes buscan una experiencia diferente, alejada del turismo masivo, Barrancos es una joya escondida. Un lugar donde lo portugués y lo español conviven en armonía, donde las palabras suenan distintas y donde cada calle guarda una historia compartida entre dos países.