Paco Zambrano: "Con Ramón el Portugués se va uno de los cuatro pilares del cante extremeño"
El flamencólogo extremeño reacciona al fallecimiento del sobrino y yerno de Porrinas de Badajoz a causa de un accidente doméstico.
Badajoz - Publicado el
2 min lectura
El flamenco extremeño y el mundo jondo en su conjunto lloran la pérdida irreparable de Ramón Suárez Salazar, "Ramón El Portugués", fallecido este lunes 16 de junio en Mérida a los 77 años, víctima de un accidente doméstico. La noticia, confirmada por su sobrino Chiki Porrina, estremece a la comunidad artística.
Ramón no era solo un cantaor; era uno de los cuatro pilares fundamentales del flamenco extremeño auténtico, junto a figuras como Porrina de Badajoz, Juan Cantero y Marelu. Su muerte deja un vacío profundo en la transmisión de un legado único, el de los cantes de su tierra, que él encarnó con maestría y raíz gitana inigualable.
Ramón, la encarnación de lo auténtico
Nacido accidentalmente en Mérida en 1948, durante la Feria Chica, Ramón pertenecía a una de las sagas flamencas más ilustres de Extremadura. Hijo del gran "Musiquina" y la "Maca", y hermano del cantaor Guadiana, su vida estuvo entrelazada con el arte jondo desde la cuna. Su apodo, "El Portugués", aludía a la cercanía de Badajoz con la frontera lusa, aunque era extremeño por los cuatro costados. Casado con Mary, la hija menor de Porrina de Badajoz (siendo así sobrino y yerno del legendario cantaor), Ramón fue además el patriarca de una nueva generación de talentos: el guitarrista Juan José "El Paquete" y los extraordinarios percusionistas Ramón "Porrina" y "Piraña", considerados entre los mejores del flamenco contemporáneo.
Su trayectoria fue tan vasta como sólida: curtido en los tablaos míticos de Madrid (Torres Bermejas, Los Canasteros, Corral de la Morería) desde muy joven, se convirtió en el cantaor de referencia para las más grandes figuras del baile flamenco durante medio siglo, acompañándolas por escenarios de todo el planeta, desde Japón con sus primeras giras internacionales hasta formar parte del Ballet Nacional y la compañía de El Güito.
Dueño de una voz ronca, desgarrada y llena de un quejío de raíz gitana profunda, inconfundible y emocional, dejó una huella indeleble, especialmente en los palos que definen el flamenco extremeño: los Jaleos y los Tangos, de los que fue un recreador y transmisor esencial.
Su discografía, aunque no extensa, es un tesoro de referencia: álbumes como 'Gitanos de la Plaza' (1992) junto a Tomatito y sus hijos, 'Canta Ramón el Portugués' (2006) o 'Jaleo' (2014) con su hermano Guadiana, son joyas que preservan su arte único. Jamás cedió a modas ni artificios; fue un cantaor "de esencia, de verdad", como señalan quienes lo conocieron.
Más allá de su inmenso talento artístico, destacaba su calidad humana excepcional: humilde, generoso y alejado de los focos, granjeándose el respeto unánime del mundo flamenco. Hoy, su voz se apaga, pero su legado, su sello personal en el cante extremeño y el eco de su quejío eterno perdurarán en los discos, en la memoria de quienes lo vieron elevar el alma del flamenco y, sobre todo, en la savia que corre por las venas de su extraordinaria familia artística.