Gracias, Patxi. Vamos a ser serios. Con él empezó todo. Este equipo al que Nafti le ha sabido sacar hasta el tuétano dista poco del que el Vizcaino sacaba a pelear contra sí mismo. Media vida después estos jugadores son capaces de desarbolar a un equipo bien plantado y que se lo jugaba todo a la carta del Nuevo Vivero. Cuatro goles como cuatro soles. La gente (si ahora se rozan los 12000, que será si se consuma la aventura del ascenso) hace la  ola. Vuelven antiguos aficionados desde todos los puntos de España. Poco importa lo que pase en los 90 minutos. Si se gana con un juego arrollador como hoy o se suda para conseguir una victoria de penalti con el tiempo cumplido. Todos a una. Juntos somos invencibles.

El partido en si no ha tenido más historia que la superioridad que muestra el marcador.  El Atlético Malagueño sólo ha querido destruir y su poder atacante ha quedado reducido al mínimo. Kike Royo hoy podía haber disfrutado del encuentro desde la grada. Todo hubiera sido igual.

El primero de los goles tuvo el inicio en el hombre del partido: Francis Ferrón. El gaditano, tras una jugada personal, cedía el balón a Eder para que el gigante vasco rematara a placer. El segundo iba a llegar en uno de esos saques medidos de Petcoff. El hispano argentino botaba un corner en el 32 para que Morgado rematara de cabeza, batiendo a Kellyan. El tercero llegaba en la segunda parte, la parte de Francis, no solo porque iba a marcar dos goles de muy bella factura, también porque fue el momento para reivindicarse y reconciliarse con la afición. El primero de su cuenta particular (el tercero del equipo) llegaría tras dos recortes para buscar la perfecta posivción de tiro. Ferrón lanzó entonces con calidad y eficiencia, batiendo al portero visitante sin demasiados problemas. El cuarto y definitivo llegaría en un error de la zaga malaguista que el gaditano aprovechó para marcar con una complicada espuela. Nafti daría la oportunidad de rubricar la reconciliación retirando a Ferrón en el 75 y permitiendo así que el Nuevo Vivero se pusiera en pie para dedicarle una sonora ovación.

Estos cuatro goles, las olas que recorrian las gradas una y otra vez, los aficionados que vuelven a las gradas como el Almendro por Navidad, la derrota del UCAM... todo son muy buenos presagios para el conjunto blanquinegro que no se conforma con ser cuarto y no quiere ponerse límites.