“No existen ya piedras semipreciosas, todas son preciosas”: Argimiro Aguilar reivindica el valor de las gemas menos conocidas

El maestro joyero valenciano explica por qué joyas con tanzanitas, peridotos o citrinos pueden ser tan valiosas como un brillante o un rubí

Borja Rodríguez

Valencia - Publicado el

2 min lectura

"Ya no se habla de piedras preciosas y semipreciosas, todas son piedras preciosas". Con esta rotundidad, Argimiro Aguilar, reconocido joyero valenciano con tienda en la calle Colón número 41, desmonta uno de los mitos más asentados del mundo de la joyería. En su habitual colaboración semanal, Aguilar ha reivindicado el valor de gemas como la tanzanita, el topacio azul, el citrino o el peridoto, que pese a ser menos conocidas por el gran público, “pueden tener tanta belleza y valor como un zafiro o una esmeralda”.

El joyero ha explicado en Mediodía COPE Más Valencia que “la Confederación Internacional de Joyería ya ha eliminado esa clasificación anticuada que diferenciaba las piedras preciosas de las semipreciosas”. A su juicio, no debe ser el precio el que marque esa distinción, y ha puesto ejemplos tan contundentes como una tanzanita de gran calidad o una saborita, “más escasas incluso que algunos rubíes”.

A lo largo de la conversación, Aguilar ha desgranado un sinfín de curiosidades sobre estas gemas alternativas. El topacio azul London blue, por ejemplo, tiene una intensidad de color bellísima que lo hace muy elegante, sin llegar a la profundidad de un zafiro pero a un precio mucho más accesible. También ha destacado la importancia del tallado, ya que “un buen tallador puede hacer brillar una piedra como si costara miles de euros”, independientemente de su precio inicial.

Con el verano a la vuelta de la esquina, Argimiro señala que las joyas con piedras de color “vuelan del escaparate. En Valencia, “con tanto sol y cielo azul, la gente busca piezas alegres, vistosas, que vayan con el buen tiempo”. De ahí el éxito de su colección “Rainbow”, basada en zafiros de todos los colores, desde el azul hasta el rosa, amarillo, verde o incluso el zafiro naranja, conocido como “padparadscha”.

Más allá de modas, Aguilar también reivindica la pieza única y atrevida. Hay quien busca anillos de 17 o 18.000 euros con piedras excepcionales, montadas en diseños arriesgados. Aunque reconoce que “a veces da vértigo invertir en una pieza así”, asegura que ese tipo de joyería tiene su público: “quien quiere algo especial, exclusivo, irrepetible”.

La entrevista ha terminado, como siempre, con su lema habitual: “Hay que rodearse de las mejores personas, los mejores clientes y la mejor materia prima. Eso sí que es una auténtica joya.

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