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Alemany buscará pactar su salida

El director general del Valencia CF ha sido relegado de sus funciones y hablará con la propiedad para llegar a un acuerdo para salir.

Mateu se marchará

Mateu se marchará

Hugo Ballester

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 12:29

De sobra es conocido por todos que Mateu Alemany se encuentra en el limbo. Así se siente también él. No por voluntad propia, sino porque ha sido relegado de sus funciones. El director general (y deportivo) del Valencia CF, ha dejado de ser consultado y su opinión hace tiempo que dejó de tenerse en cuenta. Algo que ya empezó a intuir el pasado 19 de julio cuando, junto a Marcelino García Toral viajó a Singapur para, sorprendidos y alarmados, preguntarle a Peter Lim qué estaba pasando con la gestión deportiva tras los últimos movimientos generados por la propiedad.

Por esto y los motivos pero posteriormente pasaremos a desarrollar, Mateu Alemany quiere pactar con el club una salida amistosa. Cuando puedan. En las próximas semanas, en los próximos meses. Si es antes, mejor. Su sitio ya no está aquí. Tal y como desvelamos anoche en El Partidazo de COPE, Alemany no tiene la intención de dimitir, pues eso le supondría tener que abonar tres millones de euros de indemnización, tal y como está estipulado en su contrato (finaliza el 30 de junio). Por eso anda buscando el momento oportuno para reunirse con el presidente y trasladarle a Peter Lim que ambas partes saben que su estancia en el Valencia CF ha llegado a su fin y lo mejor será llegar a un acuerdo para su salida.

De un día a otro, Peter Lim había decidido cambiar el modelo de gestión deportiva del club, con la consiguiente pérdida de confianza en la dupla conformada por Mateu y Marcelino. Fue allí, en Singapur, un 19 de julio, cuando ambos empezaron a ser conscientes de lo que estaba por venir. Lim apenas se dirigió a Mateu Alemany durante su estancia en la casa del dueño y el talante del propietario hacia ellos había cambiado: ya no eran sus 'socios', eran unos empleados sin más.

Peter Lim les recibió felicitándoles por la clasificación para la Champions... pero no por la Copa. No pasó por alto la desobediencia respecto a la Copa. El dueño del club les había ordenado, allá por el mes de enero, tirar la competición y centrar sus esfuerzos en la Liga, donde el objetivo de clasificarse para la Liga de Campeones era la prioridad. Con la Copa empezó todo; a pesar de ganarla meses más tarde. Tampoco se ocultó por parte de Lim. El Valencia CF no peleó, en el año de su Centenario, por albergar la final de la competición en su estadio (de hecho presentó una oferta irrisoria de cara a la galería) y, a diferencia de los festejos por la Champions, la Copa de Sevilla no contó con la presencia de Peter Lim en los vestuarios del Benito Villamarín.

Tras esta, hubo más disputas entre el Valencia de Valencia y el Valencia de Singapur. Ya en materia deportiva; en la confección del nuevo proyecto. Alemany y Marcelino querían más. Dentro de un orden. Conociendo los límites. Pero ambos buscaban un par de retoques para la plantilla, considerados por la parcela deportiva claves para seguir creciendo. Acercarse al podio liguero y, sobre todo, distanciarse de sus perseguidores. Había una base sólida y la llegada de un par de futbolistas habría servido para cimentar todavía más el proyecto que habían iniciado dos temporadas atrás.

Denis Suárez y Rafinha fueron los elegidos. Pero para entonces Peter Lim ya había dejado de creer en Marcelino y Alemany. La excusa fueron los jóvenes. Lim esgrimió que esas incorporaciones taparían el crecimiento de los talentos de la cantera y eso no entraba en sus planes. El planteamiento de la parcela deportiva era claro: Denis y Rafinha dentro y Kangin Lee y Ferran cedidos para seguir formándose.

La operación Denis Suárez se terminó pronto. La de Rafinha, con un mismo final, se alargó más en el tiempo. Y todo porque, según el propio Marcelino, Lim había accedido en aquella reunión de Singapur a la llegada del centrocampista brasileño en calidad de cedido. De ahí que Rafinha esperase una llamada hasta casi el cierre del mercado. Estaba convencido de jugar en Mestalla y el Barça también había aceptado la operación.

El caso Lato no fue menos sangrante para el Valencia de Valencia. Tras el 'desafío' copero, la operación del lateral zurdo fue el principio del fin. Todos los técnicos en el club, convenían su salida. Tenía condiciones pero no suficientes para seguir siendo un puntal en el primer equipo. Su venta por cinco millones de euros se veía con buenos ojos y, además, se guardaban una opción de recompra en caso de mejorar su rendimiento deportivo en los Países Bajos. Con Lato a punto de subirse al avión, Lim llamó a Anil Murthy para detenerlo. Murthy se lo comunicó a Alemany y éste tuvo que bajar del avión a Lato. El plan de Lim era mantener a Lato para cubrir la venta de Gayà el próximo verano. Así venía marcado en la hoja de ruta desde Singapur.

El caso Rodrigo fue la muestra pública de la ruptura. La orden de vender a Rodrigo estaba dada (al final de la temporada pasada) y recordada (en Singapur). Pero Rodrigo seguía sin salir y Lim mandó a Mendes mover el árbol. En menos de 48 horas y sin conocimiento alguno por parte de Alemany, había alcanzado un principio de acuerdo para traspasarlo al Atlético de Madrid. Por cierto, los presentes en Singapur dicen que Lim siempre habló de 80 o 90 millones de euros y no los 60 millones que acordaron con el Atleti.

La gota que ha colmado el vaso de Mateu Alemany ha sido el despido de Marcelino y la llegada de Albert Celades. Una de las atribuciones del director general (y deportivo) es la del entrenador. Su contratación y su despido. Y en ambos casos, con el 'adiós' de Marcelino y el 'hola' a Celades, Alemany no ha sido consultado. De hecho, ni siquiera fue informado de la reunión de urgencia en Singapur entre Lim y Murthy. Porque no cuenta para nada. Porque su presencia en el club genera indiferencia para la propiedad. Mucha gente asocia su figura a la de Marcelino. Pero Alemany llegó antes al club y se considera empleado del Valencia CF. Por eso no hace ruido, por eso no alza la voz. Quiso dar una rueda de prensa para buscar la unión de todos tras el parón liguero pero no le dejaron. Todo saltó por los aires. Su figura es inexistente para la propiedad. Ahora solo espera que le dejen salir del club. Una salida suave, dulce, nada traumática. Pero marcharse en paz. Su mano ya no está en el proyecto.

Por cierto. Alemany está preocupado por los suyos. Aquellos empleados que contrató y que están corriendo su misma suerte. Pablo Longoria o Marco Otero, por ejemplo. Director del área deportiva y director de la Academia, respectivamente. El caso de este último es llamativo: hace unos meses, dejó a su familia en Suiza para embarcarse en el proyecto che, convencido por Alemany. Ahora su futuro es incierto.

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