Obispo de Segorbe-Castellón: "La ancianidad es un tiempo de bendición y de gracia"

El obispo de la diócesis de Segorbe-Castellón dedica su carta dominical a la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores

Obispo de la diócesis de Segorbe-Castellón, monseñor Casimiro López Llorente

Quique Rodríguez

Castellón - Publicado el

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Monseñor Casimiro López Llorente, obispo de la diócesis de Segorbe-Castellón, titula esta semana su carta dominical 'Signos de esperanza'.

"En el contexto del Jubileo de la Esperanza, este domingo, 27 de julio, celebramos la V Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores; y, a partir del lunes 28 de julio hasta el 3 de agosto, tendrá lugar en Roma el Jubileo de los Jóvenes.

La Jornada de los Abuelos y de los Mayores es ya una cita anual, cada vez más arraigada en la vida pastoral de nuestras comunidades. Es una muestra de la creciente toma de conciencia del valor de las personas mayores en y para la Iglesia. Su experiencia de vida y de fe es un patrimonio valioso, capaz de enriquecer a las nuevas generaciones y de fortalecer el tejido comunitario.

Como subraya el papa León XIV en su mensaje para la Jornada de este año, los ancianos y los abuelos son signos de esperanza. Ya en la Biblia, Dios muestra muchas veces su providencia dirigiéndose a personas de avanzada edad. Así ocurre con Abrahán y Sara, o con Zacarías e Isabel, a quienes siendo ancianos y estériles Dios les promete y les concede un hijo. “Con estas elecciones, Dios nos enseña que, a sus ojos, la ancianidad es un tiempo de bendición y de gracia, y que para Él los ancianos son los primeros testigos de esperanza”. Los ancianos nos invitan a confiar y esperar en Dios.

Nuestros abuelos han sido para nosotros ejemplo de fe y devoción, de virtudes cívicas y compromiso social, de memoria y perseverancia en las pruebas. Este hermoso y valioso legado siempre ha de ser para nosotros motivo de gratitud y de coherencia. Necesitamos el testimonio de los mayores para trazar con sabiduría el porvenir. Los ancianos no representan solo el pasado; forman parte del presente y con ellos hemos de contar para construir el futuro. No los podemos marginar, aparcar o considerar una carga. Con frecuencia, sin embargo, la soledad y el abandono son la amarga compañera de la vida de los mayores y abuelos. Vayamos al encuentro de quien está solo.

Miles de jóvenes de todo el mundo –varios cientos de nuestra diócesis- peregrinarán estos días hacia Roma para celebrar el Jubileo de la Esperanza. Todos ellos comparten con el resto de jóvenes esperanzas y sufrimientos, decepciones e incertidumbres. Pero estos peregrinos nos trasmiten el mensaje de una juventud que tiene un deseo profundo y que apuesta por una búsqueda sincera de los valores auténticos que tienen su plenitud en Cristo. Son signos de esperanza. La celebración del Jubileo será una experiencia que marcará el futuro de muchos nuestros jóvenes peregrinos. Renovados en su vida cristiana y fortalecidos en la alegría del Evangelio, el Jubileo les ofrece la gracia de reavivar la esperanza y sentirse llamados a ser signos tangibles de esperanza en nuestro mundo".