Tres consejos básicos para evitar las conjuntivitis este verano

El mal hábito de abrir los ojos debajo del agua es uno de los grandes culpables

Juanfran Millán

Alicante - Publicado el

3 min lectura

Con la llegada del verano y de la temporada de baño aumentan los peligros para la salud de mayores y pequeños. Los padres prestan especial atención al cuidado de la piel de sus hijos, es habitual poner protección solar. Sin embargo, se descuidan otros aspectos que también pueden provocar lesiones graves en los niños.

Es el caso de los ojos. David Piñero es optometrista del Hospital Vithas Medimar de Alicante y recuerda uno de los hábitos más dañinos para los ojos de pequeños y mayores en playas y piscinas durante la temporada estival. "Hay que quitarse la manía de abrir los ojos debajo del agua. Es fundamental si queremos bucear o ver el fondo, utilizar gafas. Nuestros ojos parecen que lo pueden aguantar todo, pero estar expuestos al agua salada del mar o al cloro de la piscina todo el rato puede general muchos problemas", ha explicado el especialista.

Otra de las claves para evitar lesiones en verano es el uso de gafas de sol fuera del agua, incluso también para los más pequeños siempre que estén homologadas. Especialmente, cuando vamos a hacer actividades con mucha exposición a la radiación solar. "No hablamos de que tengan todo el rato las gafas de sol porque sería incómodo y se les quedaría la marca", ha recordado Piñero, "pero sí es recomendable que las lleven".

No bañarse con lentillas

Otro de los vicios que derivan en verano en conjuntivitis es el baño con lentillas. "Las lentes de contacto son materiales hidrofílicos que lo que pueden hacer es retener en su matriz algún germen", ha explicado el optometrista y profesor en la Universidad de Alicante, que recuerda: "Es importante llevar nuestro estuche y antes del baño guardar las lentillas y después volver a ponerlas sin ningún riesgo".

Además, subraya la importancia de mantener hábitos de higiene como lavarse las manos con frecuencia, no tocarse los ojos y no compartir toallas ni maquillaje, especialmente en instalaciones públicas.

Las combinaciones que se pueden formar en piscinas nos obligan a ser cuidadosos. El cloro y el bromo, aunque necesarios para mantener el agua limpia, pueden reaccionar con residuos orgánicos como el sudor o la orina, formando cloraminas, responsables del escozor, enrojecimiento y lagrimeo tras el baño. Estos efectos se pueden ver agravados por la interacción con restos de cremas solares.

Desde los 3 o 4 años

Se recomienda iniciar el uso de gafas de natación a partir de los 3 o 4 años, cuando los menores ya se sienten cómodos en el agua. Deben ajustarse correctamente al rostro, sin apretar ni dejar huecos, y ofrecer protección frente a los rayos UV.

No se debe olvidar que, aunque el agua esté tratada, puede seguir albergando microorganismos como bacterias, virus o amebas que afectan a la superficie ocular.  Para minimizar estos riesgos, los especialistas aconsejan ducharse antes de entrar al agua para reducir contaminantes, utilizar gafas bien ajustadas con protección UV y aplicar, tras el baño, suero fisiológico o lágrimas artificiales para limpiar e hidratar los ojos. También es fundamental garantizar una adecuada calidad del agua, controlando los niveles de pH y desinfectantes.

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