Los bares se convierten en el refugio de los madrileños y los turistas que quedan en la capital durante esta eterna ola de calor
Un helado, un refresco o una cerveza fría valen su peso en oro cuando uno pasea por el granito y el asfalto de las calles de Madrid a 40 grados a la sombra
Madrid - Publicado el
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No hace muchos días desde que el terremoto en Kamchatka, en Rusia, causara alertas por tsunami en medio océano Pacífico. Las redes sociales se llenaban de mensajes alarmantes y las administraciones tomaban todo tipo de precauciones para evitar una catástrofe de grandes dimensiones. Como cada vez que una de estas olas gigantescas golpea la tierra, los medios comenzamos a explicar cómo se producen este tipo de catástrofes.
Así, volvimos a aprender que los tsunamis siempre avisan, antes de que llegue la gran ola, el agua se retira de la costa y el mar, parece que coge carrerilla para arrasarnos. Y cuanto más carrerilla coja, más devastadora será la embestida.
Con las olas de calor pasa algo parecido, por eso se llaman olas, porque entre una embestida y otra de altas temperaturas hay una bajada más o menos ligera. Como con el tsunami, parecería que el tiempo nos estaba avisando con el final de julio que hemos tenido.
Noches por debajo de los 15 grados, alguno en la sierra habrá tenido que sacar el edredón, incluso, mañanas por debajo de los 20, tardes sin superar los 30... En definitiva, un oasis de felicidad térmica que era un aviso que no supimos ver. Aquello era el calor cogiendo carrerilla para arrasarnos con dos semanas seguidas por encima de los 40 grados.
El cotizado aire acondicionado
Salir a la calle a ciertas horas resulta inviable y no solo por el calor que viene de arriba, sino también por el que sube desde el suelo golpeado durante horas por el sol. El granito y el asfalto se transforman en auténticos hornos que abrasan de abajo arriba a los transeúntes.
Por eso, los valientes que se atreven a dar un paseo por el centro, la mayoría turistas que no tienen más remedio que aprovechar al máximo los días que van a pasar en la capital, tienen que buscar refugio en bares, heladerías o cualquier establecimiento con aire acondicionado que ofrezca algo refrescante que nos permita, aunque sea durante unos minutos, soportar el sofocante mes de agosto que estamos sufriendo en Madrid.
La comida, otra clave para luchar contra el calor
Los helados, la cerveza y los refrescos es lo que más buscan los valientes que salen a la calle pero, además de eso, hay muchas opciones para refrescarse, prestando atención también a la comida. El papel de la comida es muy importante para paliar estas alturas temperaturas.
El calor extremo reduce el apetito, el cuerpo intenta evitar generar más calor a través de la digestión y comer alimentos pesados o grasos puede elevar la temperatura corporal hasta 2 ºC, lo que agrava la sensación de bochorno.
La máxima debe ser, por tanto, comer sobre todo aquellos que tengan una gran cantidad de agua, que nos ayuden a regular nuestra temperatura corporal y no nos deshidraten. Sobre todo alimentos crudos o con mínima cocción para conservar el agua y facilitar la digestión.
Las frutas como sandia, melón, tomate, mango, conservas de verduras, hierbas frescas y aceites, y proteínas como pollo y pescado como atún o salmón, son imprescindibles para el cocinero Sergio Fernández para triunfar este verano con recetas refrescantes, rápidas y sorprendentes como éstas: “Una ensalada fría de judías verdes en bote, acompañada de unos trocitos de melocotón, taquitos de fiambre de pollo, todo aderezado con aceite y zumo y ralladura de lima”. O “una sopa fría utilizando el caldo de un bote de alcachofas en conserva al que se le puede añadir unas gotas de aceite de oliva, unas gotitas de vinagre y pimienta. Esta mezcla se agita enérgicamente y se puede servir en un plato sopero con trocitos de alcachofa y laminas finas de atún rojo o salmón crudo”.
Es importante evitar las carnes rojas, fritos, embutidos, ultra procesados, alcohol y bebidas con cafeína, ya que favorecen la deshidratación así como comer en pequeñas cantidades y con frecuencia.
Una recomendación más... Si tienes que llevar al trabajo la comida en verano, lo ideal es usar recipientes herméticos y de vidrio o acero inoxidable, que conservan mejor la temperatura. Transportarlo en una bolsa térmica con acumuladores de frío, y dejarlo en la nevera de la oficina, nada más llegar. Es importante además preparar la comida la noche anterior y mantenerla refrigerada hasta el momento de salir. Así te aseguras de disfrutar una comida segura y fresca.