La pesca en el Mediterráneo obtiene un respiro pero la flota de Tarragona lo ve insuficiente
El acuerdo evita el drástico recorte a nueve días de faena que pedía la UE, pero el sector reclama un plan a largo plazo para garantizar su supervivencia
Barcelona - Publicado el
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El sector pesquero del Mediterráneo ha logrado un respiro tras alcanzar un acuerdo que aleja la amenaza de un cese casi total de la actividad. La propuesta inicial de la Unión Europea de limitar la faena a solo nueve días por año ha sido apartada, pero la reacción de los pescadores es de todo menos triunfalista. Xavier Domènech, portavoz de la Federació de Confraries de Pescadores de Tarragona, describe la sensación como "agridulce", reconociendo el avance pero subrayando que el futuro de la flota sigue siendo incierto. Desde el sector se valora el trabajo conjunto con la administración, pero se siguen exigiendo medidas que aporten una estabilidad real y duradera.
El shock inicial llegó con la propuesta de Bruselas: únicamente nueve días de pesca al año.
Una victoria con sabor a poco
El shock inicial llegó con la propuesta de Bruselas: únicamente nueve días de pesca al año. Una medida que, en la práctica, significaba el fin de la actividad para la flota. "Decir que pesquemos nueve días es como decir no pesquéis", explica Domènech, poniendo de manifiesto lo que consideraban un planteamiento irrisorio. Para los pescadores, un límite de nueve o incluso de veintinueve días era indistinguible de una prohibición total. "Es como decirle a cualquier persona que trabaje nueve días al año y pretenda gobernar su casa o mantenerse", añade para ilustrar la inviabilidad económica de un plan de estas características.
Tenemos una sensación agridulce"
El nuevo acuerdo, que establece finalmente 43 días de pesca, permite al menos "planificar un poco la temporada", pero el alivio es parcial. "Tenemos una sensación agridulce", insiste Domènech. El núcleo del descontento reside en la contradicción entre los esfuerzos reconocidos del sector para la conservación de los recursos y las continuas limitaciones impuestas. Los pescadores argumentan que, desde el año 2020, han implementado "multitud de actuaciones encaminadas a preservar el recurso", un trabajo que consideran que no se está valorando en su justa medida.
Estos esfuerzos por la conservación de los caladeros están dando sus frutos, un hecho que, según Domènech, ya no es solo una percepción de los pescadores, sino que está avalado por informes científicos. "Todo lo que se ha hecho se está notando en el recurso, y ahora esto lo avala el propio mundo científico", afirma. Esta validación es clave para el sector, que siente que su credibilidad ha sido cuestionada a menudo. Con base en esta recuperación de las especies, reclamaban unos 180 días de pesca, cifra que consideran imprescindible para tener una "actividad digna" que les permita trabajar con cierta normalidad.
Gestionar los días de pesca concedidos sigue siendo un gran desafío.
Incertidumbre y falta de un plan a futuro
Gestionar los días de pesca concedidos sigue siendo un gran desafío. El sistema actual es calificado por Domènech como "muy complejo". Es habitual que a final de año sobren jornadas de faena, lo que deriva en un proceso enrevesado en el que el Estado puede acabar reasignando esos días. "Es un tipo de gestión que entendemos que no es la correcta", asevera. Esta complejidad se ve agravada por la necesidad de diferenciar entre la pesca de profundidad y la de costa, complicando aún más la operativa diaria de las embarcaciones. El sector clama por una simplificación de estos trámites para poder centrarse en su labor en el mar.
Necesitamos un marco de al menos cinco años para poder tener unas reglas del juego"
La demanda más urgente del sector es el establecimiento de un marco regulatorio estable y a largo plazo. La incertidumbre actual, con negociaciones anuales, impide cualquier tipo de planificación. "No puede ser que cada diciembre no sepa qué pasará el año que viene", lamenta Domènech. Esta inestabilidad impacta directamente en la capacidad de la flota para modernizarse y ser más sostenible. Las inversiones en nuevas artes de pesca, como las "puertas voladoras" que son más selectivas, requieren un periodo de amortización de varios años. "Necesitamos un marco de al menos cinco años para poder tener unas reglas del juego" y asegurar que dichas inversiones sean viables, insiste.
La paradoja de la gamba y la cigala
La complejidad de la normativa queda perfectamente reflejada en el caso de la gamba roja. Se trata de la única especie en España sometida a un doble sistema de gestión: un límite por días de pesca y otro por cuota de capturas en kilos. Esto genera situaciones paradójicas donde "puedes encontrarte con barcas que tengan días y no tengan kilos, y barcas que tengan kilos y no tengan días", detalla Domènech. Este sistema, que tacha de ilógico, genera una enorme inseguridad, pues el pescador no puede saber de antemano qué cantidad de producto va a encontrar en el mar.
El problema se agrava con la interacción de otras especies. El escamarlà (cigala) se encuentra a menudo en las mismas zonas de profundidad que la gamba, por lo que es habitual capturar ambos en el mismo lance. Sin embargo, los cambios regulatorios han creado normativas distintas para cada uno, dificultando enormemente la gestión a bordo. Esta situación complica el tratamiento de las capturas accidentales y añade otra capa de dificultad a un trabajo ya de por sí exigente. Aunque se habla de un futuro cambio de reglamento, Domènech se muestra escéptico con los plazos. "Sabemos que cuando hablamos de cambios de reglamento no es algo de hoy para mañana, es una maquinaria lenta y farragosa", concluye con el temor de que la flota vuelva a encontrarse en la misma situación de angustia en los próximos años.
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