Estudiar solo en clase: la realidad del Grado en Lenguas Románicas en la UB
Con solo dos alumnos en primer curso, un estudiante defiende que las salidas laborales son similares a las de otras filologías.
Estudiar solo en clase: la realidad del Grado en Lenguas Románicas en la UB
Barcelona - Publicado el
3 min lectura
Cada inicio de curso universitario trae consigo historias distintas, pero pocas tan singulares como esta: asistir a clase y ser la única persona presente. Es lo que ocurre en el Grado en Lenguas Románicas y sus Literaturas de la Universidad de Barcelona, que este año comienza con únicamente dos matriculados en primer curso. Una situación que plantea retos, pero también abre una reflexión sobre la vocación, la personalización y el valor humano en el aprendizaje.
Una matrícula mínima
Este año, el grado cuenta con tan solo dos estudiantes: un joven de Badalona y una alumna extranjera. En varias asignaturas, uno de ellos es el único asistente, debido a las distintas combinaciones de itinerario. En su caso, ha elegido un recorrido que combina catalán e italiano, lo que aporta una perspectiva única y enriquecedora.
Oportunidades laborales equiparables
Pese al reducido número de alumnos, este grado ofrece casi las mismas salidas profesionales que otras filologías. El propio estudiante señala que escoger dos lenguas amplía las oportunidades de futuro tanto como en carreras con más alumnado. Así, explica que podría haber optado por Filología Catalana, pero que el hecho de sumar italiano como lengua extra no limita sus opciones, sino que las amplía.
Un aula en solitario
La peculiaridad del grado se refleja en situaciones poco habituales: clases donde el único alumno presente es él. Esto genera un contexto muy particular: si no puede acudir, debe avisar al docente para que no se encuentre con un aula vacía. Un escenario que convierte las lecciones en experiencias casi individualizadas, con una relación directa y constante con el profesorado.
Ventajas de una situación singular
Aunque pueda parecer extraño, esta dinámica tiene ventajas. La atención es más personalizada, el ritmo de estudio se adapta mejor a las necesidades concretas y cada duda se resuelve de forma inmediata. En este sentido, el estudiante recibe un seguimiento detallado y constante, lo que podría considerarse un privilegio académico.
Los retos de la soledad académica
Sin embargo, la realidad también tiene sombras. La falta de compañeros limita el intercambio de ideas, resta dinamismo a las discusiones y puede provocar un sentimiento de aislamiento. Además, algunas materias están diseñadas para fomentar la interacción, algo difícil de conseguir con tan solo una persona en el aula.
La vocación como motor principal
Elegir un grado como este responde a un impulso vocacional. Se trata de un camino escogido por quienes sienten una auténtica pasión por las lenguas, la literatura y las culturas que las rodean. La ausencia de grandes grupos no reduce esa motivación: al contrario, refuerza el compromiso y convierte la experiencia en un viaje profundamente personal y significativo.
Mirada al futuro profesional
Quienes cursan estos estudios mantienen clara su visión de futuro. La formación en lenguas románicas abre puertas a la docencia, la traducción, la edición, la comunicación cultural o la investigación. La doble lengua en el plan académico, en este caso catalán e italiano, constituye una ventaja competitiva en el mercado laboral, y refuerza la idea de que, aunque la matrícula sea baja, el grado conserva su relevancia.
Estudiar solo en clase puede parecer una rareza, pero también es una oportunidad única de aprendizaje personalizado. El Grado en Lenguas Románicas y sus Literaturas demuestra que la pasión por las letras y la cultura sigue viva, incluso en contextos reducidos. Una experiencia que invita a reflexionar sobre lo que significa elegir un camino académico por vocación y no por números, apostando por un futuro que se construye desde la dedicación y la convicción personal.