¿Por qué nos asombramos tanto cuando escuchamos nuestra voz desde fuera?: Este es el motivo por el que odiamos nuestra voz en los audios
Esa voz que reconocemos como nuestra, de repente suena extraña, diferente, quizá más aguda, más “ajena”.
Problemas con la voz
Barcelona - Publicado el
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Muchas personas sienten incomodidad —y en algunos casos auténtico rechazo— al escucharse hablar en una grabación de audio. Esa voz que reconocemos como nuestra, de repente suena extraña, diferente, quizá más aguda, más “ajena”. Para entender mejor por qué ocurre esto, vamos a desgranar tres factores clave: la fisiología de nuestra voz, las expectativas que nos formamos sobre ella y el componente emocional-social que acompaña.
Cuando hablamos, nuestra voz nos llega no solo por el aire que sale de la boca, sino también por los huesos del cráneo. Esa conducción ósea hace que la voz que “oímos” desde dentro suene más grave y más profunda. En cambio, cuando nos escuchamos en una grabación, esa vía ósea desaparece: solo llega el sonido transmitido por el aire. Por tanto, la frecuencia que percibimos es diferente —normalmente más aguda— y esa discrepancia es una de las razones fundamentales de nuestra molestia. Por esta razón muchas personas se llevan un susto la primera vez que se escuchan en un audio: “¿De verdad sueno así?” se convierte en una pregunta lógica.
expectativa vs realidad
No solo se trata de una explicación fisiológica. También juega un papel la parte psicológica: tenemos una “voz interior” idealizada a la que estamos acostumbrados y que encaja con nuestra propia percepción de identidad. Cuando escuchamos nuestra voz “externa”, se produce un desfase entre lo que esperábamos y lo que realmente escuchamos. Un malestar que, según estudios recientes, es más frecuente en personas de mediana edad y en mujeres. Así, la disonancia entre la voz que creemos tener y la que nos devuelve un registro externo contribuye a esa sensación de “no es mi voz”.
Hablar por el móvil
La voz: parte de nuestra identidad y del juicio social
Nuestra voz no solo transmite palabras: también comunica edad, cultura, educación, acento, estado emocional, y es una huella de nuestra historia personal. Cuando escuchamos nuestra grabación, además del choque de la frecuencia, muchas veces nos auto-evaluamos con dureza. Esa auto-crítica añade combustible al fuego de la incomodidad.
Por otro lado, existe un componente social: en contextos en que la voz comunica imagen (presentaciones, audios de WhatsApp, mensajes de voz) sentimos presión de “sonar bien”, y al no coincidir la voz interior con la voz registrada sentimos que no cumplimos con nuestras expectativas ni con lo que los demás podrían percibir. En definitiva: nuestra voz grabada es la misma —físicamente— que la que proyectamos, pero no coincide con la percepción interna que tenemos de ella, y eso crea ese rechazo.
¿Qué podemos hacer para que deje de molestarnos tanto?
La buena noticia es que existen estrategias para reducir la incomodidad y familiarizarnos con nuestra voz “externa”. Incluso podemos llegar a conseguir que nos guste. Escuchar más tu voz grabada voluntariamente, podría ayudar significativamente a ello, ya que la familiarización reduce el choque inicial. Cuanto más lo haces, menos extraño te resultará.
Grabar tu voz con distintos dispositivos y aceptar el cambio de timbre, te hará ver que tu voz “real” no tiene por qué coincidir con la idealización que tenías. Del mismo modo que, reforzar una narrativa positiva en lugar de decir “sueno mal”.
Sin embargo, si el malestar es muy intenso o genera ansiedad, deberíamos plantearnos consultar a un especialista de la voz o un terapeuta.