Alimentos ayudan a combatir el frío

El papel de la termogénesis dietética y por qué algunos alimentos son clave para mantener el calor corporal durante el invierno

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La alimentación que calienta el cuerpo: cómo ciertos alimentos ayudan a combatir el frío

Caterina Ruiz Ponce

Barcelona - Publicado el

3 min lectura

Cuando el invierno se instala, el cuerpo empieza a buscar maneras de mantener el equilibrio térmico. Aunque la mayoría piensa primero en abrigos gruesos, calefacción o ropa térmica, existe un mecanismo natural igual de efectivo y menos considerado: la alimentación. El cuerpo humano genera calor a través de procesos metabólicos y digestivos, y determinados alimentos pueden estimular ese proceso, aumentando la temperatura interna de manera totalmente natural. 

Este fenómeno recibe el nombre de termogénesis. Cada vez que comemos, el organismo necesita energía para digerir, absorber y procesar los nutrientes. Algunos alimentos requieren más trabajo metabólico que otros, y esa diferencia se traduce en una mayor producción de calor. Así, elegir bien los alimentos no sólo alimenta: también ayuda a no pasar frío.

Las verduras de invierno son un ejemplo perfecto. Productos como cebolla, puerro, ajo, zanahoria, chirivía, nabo y remolacha destacan por su capacidad de elevar la temperatura corporal. Su riqueza en fibra y nutrientes obliga al cuerpo a trabajar más intensamente durante la digestión, generando una sensación de calor que se mantiene durante horas. Además, muchas de estas verduras contribuyen a mejorar la circulación, lo cual evita la pérdida rápida de calor.

Los cereales intensivos en energía, como el trigo sarraceno o alforfón, también cumplen un papel fundamental. Este cereal es apreciado en países de clima frío debido a su capacidad para proporcionar una energía sostenida que ayuda al cuerpo a resistir temperaturas más bajas. Cocinado en sopas, guisos o tortitas, es un aliado poderoso frente al invierno.

Los frutos secos también aportan calor interno. Almendras, avellanas, nueces o pistachos son alimentos densos en calorías y ricos en grasas saludables. Estas grasas requieren una digestión prolongada, lo que hace que el cuerpo mantenga un ritmo metabólico elevado durante más tiempo, generando una sensación térmica más estable. Además, son prácticos, saciantes y fáciles de integrar en cualquier dieta invernal.

Otro protagonista importante es el universo de las especias. Ingredientes como jengibre, canela, romero o mostaza tienen un efecto termogénico muy potente. Al ingresar al organismo, estimulan procesos que aumentan la producción de calor interno y favorecen la circulación sanguínea. Una infusión de jengibre o un plato condimentado con canela pueden convertirse en herramientas sencillas para combatir el frío del día a día.

Las proteínas de calidad —presentes en huevos, pescado o ciertos productos lácteos— también demandan un gasto energético mayor durante la digestión. Esto implica un incremento natural de la temperatura, lo cual convierte a estos alimentos en una opción interesante para incluir en las comidas principales del invierno.

La forma de cocinar, además, también marca la diferencia. Los platos calientes, como sopas, caldos, guisos y cremas, elevan la temperatura corporal de manera directa y proporcionan un confort inmediato. Combinados con alimentos termogénicos, se transforman en una herramienta muy efectiva para protegerse del frío.

La alimentación no sólo nutre: también calienta. Aprovechar los alimentos adecuados durante el invierno permite mejorar el bienestar, mantener la energía estable y reforzar la sensación de calor desde dentro. No se trata sólo de combatir el frío externo, sino de activar la calidez interior que el cuerpo es capaz de generar por sí mismo.