Cristina Caparrós, armadora del pesquero "Nus": "El pescado en el súper te llega en plástico. Cada vez somos menos"
El sector pesquero de la capital catalana denuncia la falta de visibilidad y el difícil relevo generacional frente a la indiferencia de la gran ciudad
Barcelona - Publicado el - Actualizado
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Aunque para muchos sea una realidad desconocida, en el corazón de Barcelona todavía existe un sector pesquero que lucha por no desaparecer. Cada día, barcos como el "Nus" salen a faenar desde el puerto de la ciudad, una estampa que pasa desapercibida para la inmensa mayoría de los barceloneses. Cristina Caparrós, armadora de esta embarcación, se ha convertido en una de las voces que clama contra la invisibilidad y las dificultades que ahogan a la profesión. La falta de relevo generacional y el escaso reconocimiento social son, según expone, los principales lastres para un sector primario que se siente olvidado.
Un sector invisible en la gran ciudad
El problema, según Caparrós, se agudiza especialmente en Barcelona. "Aquí estamos un poco como diluidos", lamenta. La oferta cultural y de ocio de la capital catalana, con sus museos, teatros y una restauración inabarcable, ha provocado que la pesca pierda el protagonismo que sí mantiene en otras villas marineras como Blanes, Arenys, Vilanova o La Ràpita. En estas localidades, la actividad pesquera está plenamente integrada en la vida social y económica, mientras que en Barcelona es una actividad casi clandestina a ojos del público. Esta falta de visibilidad es el primer obstáculo para atraer a nuevos profesionales.
"Nosotros, cuando hacemos nuestro trabajo, estamos en el mar, fuera"
Este desconocimiento generalizado se extiende a la falta de reconocimiento hacia el sector primario en su conjunto. Caparrós cree que, si bien la ganadería o la agricultura también sufren este problema, en el caso de la pesca es aún más acusado. "Nosotros, cuando hacemos nuestro trabajo, estamos en el mar, fuera", explica, señalando la imposibilidad de "llevar los tractores a la Diagonal". Esta distancia física contribuye a un aislamiento social que juega en su contra a la hora de buscar un cambio generacional y de poner en valor su contribución a la alimentación con pescado fresco y de proximidad.
Artesanía frente a la industria
Una de las grandes batallas del sector es la diferenciación frente a la pesca industrial. Cristina Caparrós defiende un modelo de pesca artesanal y de proximidad, donde los barcos "van y vienen cada día". Este enfoque garantiza un producto fresco, con una manipulación mínima y un respeto escrupuloso por el medio marino. Cumplen con paradas biológicas y se rigen por planes de gestión, porque, como subraya, "los pescadores somos los primeros interesados en que continúe habiendo pesca y en cuidar nuestro mar".
Cuidamos una parte de nuestro territorio que no vemos, que es el mar"
Esta filosofía choca frontalmente con la de la pesca industrializada, protagonizada por "un barco enorme que pasa meses en un océano" con objetivos muy distintos, a menudo indiferentes al ecosistema. Para la armadora del "Nus", su labor va más allá de la simple extracción. "Estamos cuidando una parte de nuestro territorio que no vemos, que es el mar", afirma con contundencia. Se trata de un trabajo que busca la regeneración de los recursos para que el mar "pueda volver a producir lo que nosotros queremos comer". Sin embargo, admite que es difícil trasladar este valor al consumidor, que en el supermercado se encuentra con un pescado "que ya llega en plástico" frente a un producto fresco que "quizás cada día es un poco diferente".
El reto del relevo generacional
¿Por qué es tan difícil encontrar jóvenes que quieran dedicarse al mar? Para Caparrós, no hay una única respuesta, pero apunta a una idea clave: la necesidad de un cambio de discurso. La profesión arrastra una narrativa negativa que oculta sus aspectos más gratificantes. "Hemos tenido opciones de dedicarnos a otras cosas y somos felices con la elección", defiende, rompiendo con el tópico del pescador resignado a su suerte. El trabajo en el mar, insiste, no es monótono y ofrece alicientes únicos.
Nos agrada el contacto con la naturaleza y poder colaborar con científicos"
"Nos agrada el contacto con la naturaleza y poder colaborar con científicos, y este trabajo lo permite, mientras que otros no", explica. Se trata de una faceta de la profesión que queda "muy diluida" frente al discurso generalista que habla de un oficio sacrificado y poco rentable. A ello se suma una pesada carga burocrática y administrativa que deben afrontar y que, según asegura, superan "superbién". A pesar de todo, Cristina Caparrós se muestra orgullosa del camino elegido y reivindica la pasión por un oficio que, aunque olvidado por la gran ciudad, es esencial y se niega a desaparecer.
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.