El comandante de la 'Santa María' desvela en Barcelona los secretos de la fragata que nunca descansa: "En la Armada hay sitio para todos"

La histórica nave de la Armada Española visita la ciudad con motivo del Salón Náutico y su comandante, el capitán de fragata Fernando Zumalacárregui, explica cómo es el día a día en alta mar

José Miguel Cruz

Barcelona - Publicado el

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La fragata Santa María (F-81) ha atracado en Barcelona para realizar una visita institucional en apoyo al Salón Náutico Internacional. Ha sido una oportunidad única para que la ciudadanía conozca de cerca una de las naves más emblemáticas de la Armada Española, la primera de su clase, que cuenta con una extensa hoja de servicios. Su comandante, el capitán de fragata Fernando Zumalacárregui, ha explicado que la dotación ha pasado más de 300 días fuera de casa en el último año, un ejemplo del nivel de exigencia y compromiso de la unidad.

Una Armada abierta a la sociedad

Uno de los principales objetivos de esta visita es acercar la Armada a la sociedad civil. El comandante Zumalacárregui, que recientemente ha ofrecido una charla en una universidad barcelonesa, defiende la importancia de darse a conocer. "Nuestra intención es llevar la Armada a la sociedad civil para que la sientan como suya, que es lo que es realmente", afirma. En su opinión, estas políticas de acercamiento surten efecto, ya que "no puedes querer lo que no se conoce, eso es básico".

Este contacto directo también es fundamental para despertar vocaciones y asegurar el relevo generacional. Según el comandante, muchos jóvenes se interesan por las oportunidades profesionales que ofrece la institución. "Mucha gente, cuando terminas una de las conferencias, siempre hay un pequeño grupo más interesado que se acerca", explica. La Armada, subraya, ofrece una gran variedad de caminos profesionales: "Se puede ser desde piloto, submarinista, buceador, ingeniero, economista... Hay una gran variedad de caminos que se pueden seguir".

En la Armada hay sitio para todos"

El mensaje del comandante es claro e inclusivo, buscando atraer talento diverso. "Hay sitio para todos. En la Armada, desde el primer almirante hasta el último marinero, somos una organización que ofrece y tiene hueco para todo el mundo", asegura. El objetivo es despertar esas vocaciones latentes en quienes sienten una llamada hacia los valores que representa la institución.

La vida en alta mar

La vida a bordo de la fragata es una operación ininterrumpida, activa las 24 horas del día. La dotación se organiza en turnos para cubrir todas las necesidades, desde mantener la situación táctica y la vigilancia hasta las tareas más cotidianas. "Es como un pequeño hogar. Además de hacer las operaciones puramente militares, también se limpia, se cocina, se lava...", detalla Zumalacárregui. El buque funciona como una familia muy bien engranada, siempre preparada para reaccionar ante cualquier eventualidad.

El comandante de la fragata explica como es el día a día en alta mar de un buque como la Santa María

Para alcanzar ese nivel de preparación, el adiestramiento es constante y metódico. No hay lugar para la improvisación, ya que todos los procedimientos están perfectamente estipulados. "Conseguir lo que está escrito en los libros y en las instrucciones que recibimos de nuestros mandos" es la clave para que el barco se mantenga siempre a punto. La tripulación realiza periódicamente los ejercicios militares necesarios para mantener su nivel de adiestramiento.

El factor humano, clave del éxito

Al mando de la 'Santa María' desde hace dos meses, el capitán de fragata Zumalacárregui afronta su tercer mando de un buque. Para un comandante, el momento más difícil en alta mar no está relacionado con el combate, sino con el bienestar de su gente. "Cuando a un miembro de la dotación le pasa algo, es cuando de verdad se pasa mal", confiesa. Por ello, su máxima prioridad es la seguridad de la tripulación.

Cuando a un miembro de la dotación le pasa algo, es cuando de verdad se pasa mal"

El liderazgo se forja en la convivencia y, sobre todo, en el mar. El comandante asegura que la mejor forma de conocer a la tripulación es navegando y viéndola trabajar. "Es fundamental navegar para verlos en el puesto de trabajo, y ahí ves cómo reaccionan", apunta. Se considera un "comandante afortunado" por la respuesta de su equipo, que ha dado un "esfuerzo extra" con "una sonrisa en la cara" cuando ha sido necesario.

Esta actitud le hace mantener la fe en las nuevas generaciones. La dotación, con miembros de hasta 18 años, procede de todo tipo de entornos sociales y personales. "Una vez que se visten de la Armada, hacen equipo y responden como una sola fuerza", destaca. Esta capacidad de la institución para cohesionar y crear equipos sólidos es, para el comandante, uno de sus grandes valores.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.